GLOBAL
Viacrucis

Que este jueves santo cualquiera que se sienta libre de pecados, tire la primera piedra. El mundo está plagado de imperfecciones, Colombia invadida de irregularidades.

Deberíamos ser capaces de reflexionar sobre el comportamiento de nuestra sociedad, pero ante todo, de nosotros mismos.

Podríamos ponernos la mano en el corazón y aceptar que somos parte del problema.

Reconocer los conflictos en casa para comenzar a sanar heridas y perdonar cicatrices.

La política global corrompida, la economía internacional contaminada de corrupción, abusos y dominancia.

La riqueza concentrada en unas pocas manos, algunas arrogantes e imperiosas.

La tierra todavía en poder de algunos cuantos hacendados y terratenientes que nunca están a gusto y quieren más a costa de los forjadores agrarios.

Semana Santa para sobrellevar la pesada cruz de la indiferencia social.

Días de paz y sensatez, de recogimiento y entendimiento para identificar las causas del viacrucis que a diario caminamos, sin guías, sin norte, sin líderes que mejoren la situación.

Una peregrinación de buenos y malos al encuentro con la concordia y el respeto por las diferencias.

El gran lío de nuestros tiempos en que aquí y allá nadie acepta al prójimo tal cual. Pretendemos usurpar hasta la manera de pensar del otro.

Nadie tiene la potestad de sentirse más o menos según las conveniencias políticas, económicas, culturales y religiosas. Tampoco debemos creer que estamos una o dos escalas arriba o abajo del otro.

Semana Mayor para dar un abrazo, ofrecer disculpas, llamar al amigo, reconciliarnos con nosotros mismos, humanizarnos, desarmar las espíritus, respirar un nuevo aire, cambiar de ambiente y pensar en lo mucho que podemos dar por los que carecen de lo que tenemos o nos abunda.

Compartir no es regalar a cambio de algo. Es dar incluso lo que preciamos. Es ofrecer lo que podría hacernos falta. Vivimos tiempos difíciles y de escasez donde un pan es mucho para los más necesitados y un gesto de fraternidad, cercanía y bondad, es la semilla de la gratitud.

Cualquiera sea nuestra idea de Dios, de la fe y de la religión, todos tenemos una brújula que guía nuestra barca a puerto seguro. Podríamos navegar mejor las actuales aguas turbulentas si afrontamos todos unidos los embates cotidianos y los náufragos sociales.

La geopolítica parece una loca ruleta donde se apuesta el capital humano a diario. Es un juego de cartas donde se baraja la suerte de los pobres, necesitados, olvidados, desempleados y marginados.

Son días para recordar que tenemos una alta deuda social con nuestro entorno, con la vida que elegimos, con nuestro presente, con nuestros niños, mujeres, ancianos, con nuestro medio ambiente y con los millones de personas que a esta hora se ven obligados a salir de sus países en busca de un nuevo renacer.

Una manera de contribuir con un mejor mundo es haciéndolo en casa. La sensatez, buenas maneras, buen trato a las personas, respeto de género, al pluralismo, consideración con los que nada tienen, amor a los padres, protección a los niños, y respeto a las mujeres cualquiera sea su condición social, es el inicio del fin del calvario.