GLOBAL
A crecer

EN medio del ruido de presuntas evidencias sobre actividades ilícitas de exguerrilleros del ahora partido de la Farc y corrupción en el manejo de los recursos de la paz, el país padece una maltrecha economía.

En una agitada y deslucida campaña presidencial donde candidatos se contradicen, acusan y señalan, las gentes no dejan de trabajar en su afán diario: el bolsillo.

Aunque comercio e industria intentan levantar cabeza, el pronóstico de crecimiento económico para 2018 del 2% es mediocre.

Prever 3% de crecimiento para 2019 sigue siendo muy pobre.

Próximo Gobierno tendrá que apostar parte de su capital político al logro de un mayor crecimiento económico nacional. Es tiempo de crecer.

Sucesor del Presidente Santos tendrá obligación social de jugarse a fondo para reimpulsar locomotoras del desarrollo carentes hoy de fuerza y suministros.

Ahora el fortín político de quien llegue el 7 de agosto próximo a Palacio de Nariño no será la firma de un dividido acuerdo de paz ni las dudas del posconflicto. Será poner a crecer en serio la economía.

Presidente Santos puso toda la carne en el asador por convencer a colombianos de un arreglo de paz con las Farc. Hizo el acuerdo, pero la población se dividió más aún cuando se regalaron curules a criminales Y bandoleros que se acogieron al acuerdo.

Quien gane elecciones debería optar por barajar cartas sobre la mesa para recobrar confianza nacional mediante mayor crecimiento con equidad y justicia social, educación y salud para todos.

Gastar mejor es invertir en productividad y eso pasa en alto grado por enfoque social.

Economía requiere alta dosis de reanimación en sus principales indicadores para volver a crecimientos superiores al 5%.

No es impensable retornar a un PIB del 7% anual. Ya lo tuvimos.

Quien gane elecciones presidenciales deberá tener claro que solo hay una vía para dar empleo: poner a crecer a mayor ritmo la economía.

No hay de otra, o ponemos a andar trenes de la prosperidad impulsando vagones del sector privado o nos estacionamos en raquíticos crecimientos del 2% anual.

Hasta hoy los candidatos presidenciales no plantean con objetividad cómo poner a operar la máquina del empleo productivo y bien pago en Colombia.

Entre informales, emprendedores solitarios, egresados de universidades y escuelas superiores, desempleados en pueblos, ciudades y campos, debe haber cerca de 12 millones de personas urgidas de un ingreso digno y estable.

En cada elección presidencial los aspirantes a la primera magistratura proponen fórmulas mágicas para salir de la crisis y recuperar la confianza perdida en los hogares.

En la coyuntura actual no debe darse paso al populismo. No burlarse la fe y esperanza de millones de familias pobres y vulneradas por miseria, hambre, desnutrición, inseguridad y pobreza extrema.

Indispensable trabajar en productividad y competitividad. Reducir impuestos a renta y a las empresas para reanimar inversión y abrir nuevas compañías.

El quid del asunto es crecer más y gastar mejor. Desempleo se reduce si economía es sólida y estable, no pobre ni enfermiza.