TENÍA RAZÓN URIBE
Son narcotraficantes

OCHO años de gobierno combatiendo la ilegalidad, representada en la guerrilla, los paramilitares y las bandas criminales otorgan un serio conocimiento de la realidad nacional. Súmele a ello otros 8 años mas esgrimiendo razones por la cual el proceso de paz no era real. El expresidente dijo a gritos que las Farc no eran sinceras, que seguían y seguirían delinquiendo y narco traficando en el proceso y después. En el fondo como lo dijo coloquialmente el exprocurador Ordóñez “vaca ladrona no olvida el portillo”.

Todos esos grupos: guerrilleros, paras y bacrim son la misma ralea, no existe ningún compromiso ideológico, solo utilizan mamparas y apoyos internacionales para obtener dinero que es su ideología. Uribe siempre lo supo y así lo manifestaba sin ambages. Ordóñez igual y gracias a la tenacidad de estos hombres unidos a todos los que han creído en ellos y que no se han dejado llevar por el canto de sirenas del proceso de paz. El fiscal, armado de valor y responsabilidad, no ha vacilado en desenmascarar esa farsa de las Farc que están perdiendo su oportunidad histórica.

A todas estas, aquellos gobiernos simpatizantes de las Farc como Cuba, Venezuela, Nicaragua y  Bolivia, entre otros, y a algunos europeos se les desgarró el velo, pues lo de Santrich es la punta del iceberg. Son narcotraficantes y seguirán siéndolo, si no se les desmonta toda su línea de negocio. Las Farc siguieron el mismo camino de los paras, de auxiliadores del narcotráfico pasaron a ser carteles de la droga. Con la diferencia que Uribe en el proceso con los paras a todos los desmontó, los encarceló y los extraditó. Nadie puede negar esa realidad.

En cambio Santos los revindicó social y políticamente, les dio estatus, los blindó jurídicamente, les dio partido político, les regaló 10 curules, los exoneró de toda culpa pues no pagaron ni una hora de cárcel, les dio partido político, les financió su pírrica campaña de la cual sacaron inmenso beneficio económico, se tomó fotos con ellos que han dado la vuelta al mundo, les acogió a sus tropas de delincuentes en zonas especiales, pagándoles una mensualidad y dándoles dinero para que monten negocios. En fin, les dio todo para que lo traicionaran y utilizaran aquello para seguir delinquiendo, narcotraficando y con ímpetus de apoderarse del país para saciar sus instintos de corrupción y crimen.  

Uribe tenía razón, le costó mucho esa batalla pero al final el país lo ha entendido. No se trata de proscribir la paz, esa no es la intención, es hacer una paz firme y duradera que parta de la verdad, justicia y reparación, una paz sincera como la que anhela el pueblo colombiano, esa paz que el mundo aplaudiría, pero no una paz cosmética y torcida como la que se firmó. Ahí están los resultados, es solo esperar que la olla se termine de destapar y que el próximo gobierno de los ajustes al proceso que se requieran para bien de nuestro pueblo.

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