En la medida que se acelera la historia y galopa la demagogia anárquica de la mano de la insurrección, aupado el tumulto colectivo por el discurso presidencial, se hace más evidente que si los partidarios del orden de las diversas tendencias no se unen para las próximas elecciones, los resultados podrían ser adversos.
Es así, como un día pone en duda la verdad sobre la formación de nuestros pueblos, en los momentos que se escribe en esta región la historia, para lo cual están los cronistas. Otro día altera los factores y saca de la manga como los tahúres, cartas marcadas, para demeritar al descubrimiento; lo que no cambia la naturaleza primigenia y heroica del arribo al Nuevo Mundo de la empresa de Cristóbal Colón, pretendiendo hoy reeditar la leyenda negra contra España.
Así que es pertinente atender sus planteamientos y consejas, dado que falsifican en parte los hechos probados y conocidos. Él evita, cuidadosamente, referirse a la fusión de razas que se produce en nuestra región, le interesa más señalar las divisiones heredadas de la organización política europea y española en particular, con la finalidad de planear la lucha étnica y de clases.
Algo parecido plantea el gobernante mexicano, al cual le hace coro el colombiano. En esa actitud, cada cierto tiempo sale con lo mismo de siempre, que España debe pedir disculpas por haber arribado a estas tierras y luchar militarmente para quedarse aquí. Cuando los españoles de hoy nada tuvieron que ver con esa gesta. La forja del mundo en tiempos antiguos ha sido producto de hazañas guerreras, desplazamientos humanos, unas veces un tanto pacífica y otras regada con sangre de héroes. La diferencia con otras gestas guerreras como las de los egipcios, los griegos, los romanos y otros pueblos, es que los españoles que inicialmente arribaron aquí, en su mayoría eran simples campesinos o citadinos en busca de fortuna, que no conocían otra arma que la palabra y la invocación de la religión católica para adentrarse en un medio desconocido y plagado de peligros.
Negar su audacia y valor, es absurdo, al igual que el de los indígenas que, como en el caso de los caribes, lucharon a muerte o derrotados se suicidaban. En el caso peninsular no se trató de un ejército, sino más que todo de particulares y comerciantes en busca de aventura o de mejorar su condición económica. En cuanto a los religiosos que vinieron, en algunos casos fueron sacerdotes que practicaban el ayuno o hacían votos de pobreza, interesados en convertir a los infieles.
Don Gonzalo Jiménez de Quesada venía como licenciado en derecho a manejar los intereses de Pedro Fernández de Lugo y al faltar algunos jerarcas militares, éste los apoya para que se convierta en improvisado guerrero. Envuelto en este conflicto de dos mundos, Quesada se destaca por sus méritos y aunque cometió excesos, se le recuerda por sus hazañas como terrenos desconocidos para arribar a estas alturas y fundar a Santafé de Bogotá. El presidente niega que éste hubiera fundado la ciudad, dice que ya existía.
En realidad, el tema es interesante. Lo que ocurre es que, precisamente, el hecho de que arribaran al Nuevo Mundo los españoles, determina que en España se tomen una serie de medidas en torno a cómo deben ser las ciudades que habitarán sus súbditos. Lo que da origen a cierta planificación y reglas que deben cumplir los recién llegados. No había aquí grandes centros urbanos como en México o el Perú, por lo que resultó un gran avance tener una ciudad cuadriculada, con su plaza, su Iglesia, cabildo, escuelas y universidades, junto con la civilización y el orden jurídico posterior, gracias a las famosas Leyes de Indias. Posiblemente, Quesada escoge esta cumbre donde se levanta la ciudad, en un lugar ya habitado, como dice el gobernante, en razón del buen clima, dado que aquí no había casi enfermedades endémicas como en la costa, que cobraban la vida de los viajeros foráneos. Lo increíble, la empresa de América no la hace el gobierno español, sino los particulares y religiosos apoyados por la corona.
Y así como los griegos, los romanos, los árabes y los turcos o los mongoles se expanden por diversas tierras y las invaden, en algunos casos se mezclan y en otros no, muchos de los peninsulares que llegaron aquí se establecieron y conformaron familia, dando origen a los criollos y la variedad de mezclas raciales. Cómo se sabe, Vasconcelos anuncia con estas combinaciones de la especie, el hervor de la raza cósmica, aun en formación.
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