HILANDO FINO
Amor

Para cruzar contigo el desierto del mundo/Para enfrentar juntos el terror de la muerte/Para ver la verdad para perder el miedo/Caminé junto a tus pasos”.

Sofía de Mello Breyner.

 

Hoy les compartiré apartes de la hermosa homilía pronunciada en el matrimonio de mi hijo por Monseñor Mario Leite de Oliveira, Roma, Basílica de San Pedro, 11 de mayo de 2023.

“Los novios siempre me recuerdan el Beso de Gustav Klimt. En este cuadro, que incendia cualquier habitación, los amantes se abrazan y se abandonan, en un baile nupcial, olvidándose por completo de sí mismos, delicados y frágiles, cubiertos de oro y flores, como uno solo. Sus túnicas son como mosaicos sagrados, donde se glorifica el amor y los amantes emanan una luz que no viene de afuera, sino de adentro, haciendo posible el amor en un lugar tan frágil como el mundo.

Y así es el amor, como en ese poema de Kahlil Gibran: El Amor: “Cuando el amor os llame, seguidlo. /Y cuando su camino sea duro y difícil, / y cuando sus alas os envuelvan, entregaos.../Porque, así como el amor os corona así os crucifica./Así como os acrece, así os poda.//Pero si, en vuestro miedo, buscáis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales, hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.//El amor no da más que a sí mismo, no toma nada más que de sí mismo./El amor no posee ni es poseído./Porque el amor es suficiente para el amor./Cuando améis no debéis decir: “Dios está en mi corazón”, sino más bien: “Yo estoy en el corazón de Dios”.(…)

Leonard Cohen respondió así a un periodista cuando le recordó que “en los años 70 decían que el matrimonio era el cementerio del amor”: Cohen dijo: “Yo creo que el matrimonio es para gente de pensamiento noble, para gente altruista. Creo que el matrimonio exige una disciplina más dura y severa que cualquier orden monástica”.

Sí, queridos amigos, el amor es “un camino hacia la perfección”, para decirlo con las palabras inspiradas de san Pablo. Pero nuestra fragilidad nos aterroriza. Nuestras imperfecciones son una mentira que nos separan del amor.

Por eso, con Jesús, con su bendición y su sacramento, “el amor nunca acaba”. Y esta es la única forma en que “puedes cruzar el desierto del mundo”; esta es la única forma de enfrentar “juntos el terror de la muerte”; esta es la única forma en que “se puede ver la verdad y perder el miedo”. (…)

Este amor, “que es más fuerte que la muerte, voraz como un abismo”, apunta siempre al infinito, al Absoluto que está presente, se quiera o no, en este amor entre dos personas. Es él quien hace llegar la hora de los cantos, da sabor a las granadas, acaba con el invierno, hace brotar los higos; es el pastor de los lirios, el garante del amor eterno al que todos aspiramos, el guardián de la dignidad de la persona, el que posibilita el espacio donde depositar las cargas, el perdón, la fidelidad, en una palabra “el amor que no acaba nunca”. (…)

Querida Haley, querido Mariano. ¡Que Dios os bendiga siempre! ¡Amén!