El pasado fin de semana, con puente incluido, tuvo lugar uno de los eventos más esperados y añorados de cuantos se realizan en Colombia, en donde abundan como la verdolaga los certámenes que contribuyen al cultivo, el apoyo, la difusión y promoción de nuestro folklor, el cual responde al carácter multiétnico y pluricultural de nuestro país, producto del mestizaje que dio lugar a la “raza cósmica” de la cual habla el filósofo mexicano José Vasconcelos Calderón, a través del crisol del sincretismo de razas tan diversas como la amerindia, la europea, la africana y la asiática.
Se trata, nada menos, que del Festival de la Leyenda Vallenata Consuelo Araujonoguera, La Cacica, personaje este a quien se le debe, junto con el Maestro Escalona y nuestro laureado Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, la idea de crear este Festival, que arribó a sus 50 años ininterrumpidos de su realización; fueron ellos quienes se lo “cranearon”. Por ello mismo, fueron objeto del merecido homenaje y reconocimiento por parte de los doctos y los profanos de la música vernácula conocida y reconocida hasta más allá de nuestras fronteras patria. Mi hermana Lolita Acosta y Cecilia “la polla Monsalvo” fueron sus grandes animadoras, al fin y al cabo fueron la mano derecha de la Cacica en la Fundación que creó para darle institucionalidad al Festival.
Primero fue declarado el Vallenato en el 2013 como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Nación por parte del Consejo Nacional de Patrimonio, el cual dispuso de un Plan Especial de Salvaguarda del mismo, gracias al tesón de Carlos Llanos. Allí se sentaron las bases para el reconocimiento posterior por parte de la UNESCO a la música vallenata tradicional del Magdalena Grande, que integran Cesar, Magdalena y La Guajira, como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad.
En su pronunciamiento la UNESCO manifiesta la urgencia de adoptar medidas tendientes a su salvaguardia, dada las acechanzas del conflicto armado, “exacerbado por el narcotráfico”. Aunque también se refiere a “un nuevo tipo de vallenato” que “está marginando el género musical tradicional”, de ello hay que tomar atenta nota, en orden a preservar, proteger y difundir el auténtico vallenato para impedir que la “maleza” arrase con el cultivo.
Por ello cayó muy bien y fue de muy buen recibo el fallo del jurado calificador al ceñirle la corona como Rey de Reyes a Álvaro López, ejecutor magistral del acordeón, de la dinastía de los López y compañero de fórmula del reputado cantante Jorge Oñate. Digitó su acordeón en la tarima Colacho Mendoza del Parque de La Leyenda, con sus pitos y sus bajos, como los dioses, cautivando tanto al público como al Jurado. Él demostró ser el mejor de los mejores con su interpretación del paseo, la puya, el son y el merengue. Con Álvaro López, el auténtico, el genuino vallenato tiene guardián en la heredad.
Valledupar, mayo 1 de 2017
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