A Hitler le gustaba la música de Richard Wagner, a Putin los mercenarios Wagner, ejercito paramilitar integrado por exconvictos, del cual es dueño el oligarca Yevgency Prigoshim, que asola en Donbás y llegó a contar con cincuenta mil efectivos.
Le quedan veinte mil, su jefe protesta contra el kremlin porque no le suministran armamento y municiones. El excomandante Medveded, quien desertó, dice que el ochenta por ciento de los presos reclutados han desaparecido, que los pusieron de carne de cañón y no les pagaron los setenta mil euros prometidos con el perdón por sus delitos si marchaban al frente.
Los mercenarios torturan y asesinan, critican a las fuerzas regulares, reciben felicitaciones de Putin por su accionar en la destruida ciudad de Bajmut, han sido parte de conflictos en Siria, Libia, Mali, Centroáfrica, y en otros lugares.
Jamás el presidente de la Federación Rusa podrá justificar los contratos suscritos con este grupo, olvida que Lenin hace más de cien años defendió la presencia de Ucrania como Estado Independiente por fuera de la Unión Soviética y nunca supuso que un camarada autoritario reformado decenios después utilizaría mercenarios para sojuzgar a esa Nación.
La Unión Europea ha sancionado e incluido en su lista negra a la empresa terrorista, subraya la dimensión internacional y la gravedad de sus actividades, así como el impacto desestabilizador en los países donde opera.
El señor Prigoshim viene anunciando que los mercenarios entregarán las posiciones al ejército ruso tras la captura de Bajmut, señala la instalación de líneas de defensa y en tono irónico añade que ¨si no hubiera suficientes unidades del ministerio de Defensa para encargarse de la situación, hay que formar un regimiento de generales, darles fusiles y todo irá bien, ¨en referencia al alto mando de la Federación.
Por cierto, no son mercenarios los miembros de comandos que incursionan en territorio ruso, frontera con Ucrania, opuestos a Putin, incursiones reducidas pero significativas y es extraña la muerte del viceministro de Cultura, Krushesnko, contrario a lo que denominaba guerra ‘fascista’, aparentemente por causas naturales, a su regreso en vuelo Cuba-Rusia.
El mundo espera un dialogo directo entre Putin y Zelenski, alguna forma debe hallarse para garantizar, desechadas las mediaciones, la vida en Crimea y Donbás, pero resulta indispensable, en primer término, el retiro de los Wagner. Si el presidente ruso piensa que puede ganar la guerra, con más de doscientos mil militares muertos en un año y tres meses, antes de perderla lo conducente es revisar los términos en los cuales resulta factible un acuerdo de convivencia con Ucrania y el respeto por la Soberanía de Crimea, suspendiendo la ocupación, analizando las consecuencias del controvertido plebiscito del 2014 de anexión de ese país a Rusia.
La Tercera Guerra Mundial aceleraría la desaparición del género humano, que, a pesar de tantos adelantos tecnológicos carece de las condiciones para considerarse civilizado. “Dos cosas son infinitas: La estupidez humana y el Universo; y no estoy seguro de lo segundo”, afirmaba Albert Einstein.
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