Italia y muchos países del globo despidieron con afecto y admiración a Silvio Berlusconi, una leyenda de la política mundial. Había nacido en Milán, en el año de 1936, estando Benito Mussolini en el poder y España en plena guerra civil, en un hogar modesto. Su juventud se desenvuelve en medio de la austeridad y el afecto familiar. Nada lo mostraba como un ser providencial o mesiánico, más bien se le reconocía un sentido práctico y realista para aprovechar las oportunidades que encontraba a su paso.
Se inicia en el trabajo como vendedor de aspiradoras, donde desarrolla esa poderosa capacidad de convencer y persuadir al prójimo. En su dura juventud nada le sería fácil, pese a que los retos que se le presentan los toma con humor y los sortea con talento y perseverancia, dos de sus condiciones personales que lo catapultan al triunfo en las finanzas como en la política. Es uno de los empresarios más exitosos de Europa. Su fortuna se estima en US$ 6.500 millones y quizás más. Al ayudar desde sus medios de comunicación a diversos políticos a subir y mejorar su imagen, empieza a entender los secretos de la política y la decisiva importancia de la propaganda.
La crisis generalizada de la política italiana lo lleva en un momento dado a convertirse en político activo y defensor del orden, como admirador de Benito Mussolini, puesto que éste había sido el líder ultra nacionalista que consigue enfrentar la marea roja que derrotaba democracia europea. Entendía que Mussolini, como gobernante, termina envuelto en la Guerra Civil española por defender sus ideales. Mussolini, habían luchado en el frente en la Primera Guerra Mundial y estaba por un código de superación social y nacionalista para los italianos.
Berlusconi, dice admirar al ‘Duce’ en su voluntad de enfrentar el comunismo, sin ser un guerrerista considera que en el campo de la economía, el desarrollo y el avance tecnológico es donde Italia debe destacarse. Respeta las reglas de juego de la democracia. Su partido Forza Italia es la propuesta ultra nacionalista con la que enfrenta y derrota al partido comunista más fuerte de Europa, fuera de Rusia. Lo mismo que a los otros partidos de la democracia italiana. En vez de la lucha de clases, propugna por la unidad de los italianos. Es un defensor de la justicia social, entendida dentro del respeto a la propiedad privada y como la posibilidad de cualquier italiano de llegar a la cúspide del poder o de la riqueza.
Berlusconi, como muchos italianos a través de los siglos, ha sido un rendido admirador de las mujeres. En ocasiones, participa en fiestas con chicas dispuestas a divertirse. Lo que no sorprende a nadie, hasta que en alguna de esas fiestas se cuela una menor de edad, quizás fletada por sus adversarios y es llevado a los tribunales. Supera esos escándalos y algunas ocasionales complicaciones con Hacienda por el manejo de sus finanzas, siendo elegido tres veces como gobernante. En sus diversos mandatos defendió siempre el objetivo de Italia primero, incluso en el ámbito de la Unión Europea. Algunos lo acusan de amar en extremo a su país, a diferencia de los socialistas que entienden que se deben superar esos esquemas patrioteros, lo que no va con su visión del mundo. Lo mismo que no comparte su escepticismo político. Berlusconi siente y vive la vida con pasión. Es un triunfador en toda la regla, que en la lucha por la vida aprendió a encontrar en sí mismo las respuestas a los desafíos, como en su voluntad, su carisma, perseverancia y audacia.
Berlusconi ama la antigua Roma. Se ufana de los valores de la civilización latina, como de sus vinos y la buena mesa. Se comunica con el pueblo puesto que parece tener sus mismos gustos y debilidades. Es adicto al fútbol y al equipo de Milán, que termina comprando y que empuja a los grandes campeonatos.
Lo defiende de sus ideales y pasiones, el realismo de hombre de negocios y dirigente político, que debe mantener los pies en la tierra y no dejarse llevar por las emociones. Cuentan en ABC de Madrid, que alguna vez aspiró a dirigir la Unión Europea, no encontró eco y se hizo nacionalista italiano dentro de la UE. En política prefiere jugar más como dueño del casino que como iluso apostador. Amaba la grandeza y en sus exequias, Giogia Meloni, la primera ministra, afín a sus ideas políticas, ordena los mayores honores, para Il Cavaliere de la política.
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