Los indicadores de riesgo en el sistema internacional se han acelerado recientemente y los Estados Unidos (EEUU) parecen muy interesados en frenar la tendencia.
Ellos entienden que la situación global podría salirse de control repentina y fácilmente, lo que hace necesario encontrar una fórmula reguladora y multidinámica en medio de las crecientes tensiones.
Primero que todo, la Casa Blanca se está enfocando en explorar las eventuales ventajas de una mediación de Pekín y de la Santa Sede para lograr un acuerdo entre Kiev y Moscú.
Curiosamente, China ha incorporado en su repertorio estratégico un perfil como poderoso mediador con el propósito de incrementar su influencia global basada ya no solo en lo comercial, lo tecnológico y lo militar, sino también en la reputación, el prestigio y la cooperación.
Esta actitud, materializada en una propuesta de doce puntos dada a conocer a comienzos de año, podría acompasarse bien con las gestiones encomendadas por el Papa Francisco al cardenal Matteo Zuppi con el fin de aliviar las tensiones en el conflicto.
Segundo, Washington se enfoca también en restablecer y mantener abiertos los canales de diálogo crítico con Pekín, interrumpidos por los apoyos que Taipéi ha venido recibiendo de los EEUU durante el último año.
Tan drástica ha sido esta interrupción, que el propio director de la CIA, William Burns, ha tenido que viajar subrepticiamente a Pekín para persuadir a los chinos de la necesidad de mantener activa una comunicación preventiva ante cualquier emergencia que comprometa el status quo.
Obviamente, este tipo de contactos no garantizan que los chinos se abstengan de usar la fuerza, tal como lo demostró el viaje que, de modo muy similar, emprendió Burns a finales del 2021 para desanimar a Vladimir Putin de invadir a Ucrania ; pero al menos podría ser útil para buscar alternativas.
Por último, la presidencia estadounidense ha recordado las virtudes que tienen los regímenes internacionales y se enfoca en proponer uno nuevo, el de “notificación del lanzamiento de misiles”, del cual harían parte las cinco superpotencias nucleares que gozan de asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
En sana lógica, podría preguntarse qué sentido tiene un régimen destinado a informarles a los otros que se está preparando un lanzamiento, o que este ya se ha iniciado, anulando así el factor sorpresa en el que se basa este tipo de decisiones extremas.
Pero, aun así, no resulta del todo deleznable una idea que se halle destinada a “reducir o gestionar el riesgo de percepciones y cálculos erróneos en tiempos de crisis mediante una combinación de diálogo, transparencia y acuerdos".
En resumen, estos tres enfoques: el diálogo crítico, la mediación compartida y el régimen de notificación preventiva pueden conformar una panoplia estratégica de alto impacto que saque a los decisores de las tinieblas decisionales y de ese peligroso marasmo conflictivo en que actualmente se encuentran atrapados.
vicentetorrijos.com
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