Como los liberales no creen en los principios morales y éticos por cuanto para ellos todo es relativo y las acciones humanas dependen de las individualidades de cada quien y toda vez que para los socialdemócratas la moral y la ética son únicamente instrumentos de dominación de las élites para con el proletariado, no les preocupa que la mentira y el engaño se conviertan en máxima de conducta, ni siquiera en tratándose de los asuntos públicos o de gobierno.
Por eso resulta natural, entendible y respetable que quieran apoyar el SI al plebiscito por la “paz” aun cuando no se sepa de qué “paz” estamos hablando y adviertan las mentiras que su postura conlleva. De hecho, ha sido el mismo Gobierno el que ha manifestado que es fundamental votar a favor del SI porque, por una parte, es el mecanismo para alcanzar la paz. Sin embargo, a renglón seguido se añade: a la paz solamente se llegará después de un “largo trayecto” y la firma del acuerdo es tan solo el punto de partida.
Por otra parte su voceros y defensores gritan a favor del plebiscito pero advierten que simplemente se trata de llegar a un acuerdo con las Farc “porque la paz no depende de un documento, de unas reformas y de unas leyes, sino de una cultura y de unas inversiones y de mucha presencia Estatal”, entre otras cosas por ese estilo.
Así las cosas, sin saber de qué paz estamos hablando, y bajo la convicción íntima de que lo único evidente es la mentira, el engaño y la falsedad como modus operandi del Gobierno y sus áulicos, en la medida en que con la firma del acuerdo no se alcanzará la paz se muestra como imperativo ético oponerse a al plebiscito, si de ética se puede hablar por estos días entre los conservadores.
De manera que se habla de paz y guerra; de los amantes de la paz Vs. los nacistas, guerreristas y paracos; de un país que quiere la paz y de uno que quiere la confrontación, la sangre y la miseria. El eficientista discurso campea y el maniqueísmo se impone. Ambas cosas desagradan al verdadero conservador y ambas han sido históricamente repelidas por éste, a tal punto que se nos ha bautizado con el nombre de “reaccionarios”.
Es que el conservador reacciona a la injusticia de negarse a impartir justica a los máximos perpetradores de crímenes y matanzas; de sustituir la Constitución de espaldas al pueblo; de creer en trucos y leguleyadas como el cambio del umbral, el acuerdo internacional especial y el bloque de constitucionalidad y, reacciona además contra las justicias paralelas, las jurisdicciones especiales electorales; contra la politización de las fuerzas armadas; contra la justicia agraria parcializada y sesgada; contra una mirada histórica unidireccional y arbitraria y contra la desinstitucionalización y el olvido del sendero del progreso por alcanzar una paz que no se conoce y, digo más, que no es.
Ya decía Goethe de modo magistral que “perdemos lo cierto por buscar lo incierto”, frase que bien aplicaría para resumir que un verdadero conservador debe votar por el NO al plebiscito.
Twitter: @rpombocajiao
*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.
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