A medida que la distancia se acorta y que ya parece que se vislumbra la firma de la tan anhelada paz, surgen las dificultades e imprevistos propios de una negociación tan larga y sofisticada y que amenazan su feliz desenlace. Ahora aparece lo que suele ocurrir en todos estos procesos: las disidencias, protagonizadas por los inconformes, los que quieren sacar más provecho de las circunstancias o los que, simplemente, se acostumbraron a "guerrear" y han hecho de esta situación un modo de vida.
Esto último sería lo que le está aconteciendo al Frente Uno de las Farc que opera en el Guaviare y que se ha declarado en abierta rebeldía con el Secretariado. A esto, que de por si es grave, se añade que existen amenazas de algunos guerrilleros de desmovilizarse pero hacia los frentes del Eln. Expertos en este tipo de arreglos creen que un promedio histórico de un diez por ciento conforman los segmentos rebeldes a los acuerdos y citan como ejemplo lo ocurrido en Guatemala, San Salvador y Nicaragua. Si ello llega ocurrir sería aconsejable que los negociadores colombianos dejaran opciones que permitieran, en un futuro cercano, a esos rebeldes acogerse a los pactos finales.
Desde luego existe una explicación adicional a esta rebeldía marginal: quienes se niegan a sumarse al consenso son precisamente los que manejan las finanzas de las Farc, producto del narcotráfico y la extorsión, "Danilo, su jefe, es el tesorero y supuestamente quien administra un caudal que para unos es de diez mil millones de dólares anuales y para otros es de veinte mil millones. También hay quienes estiman que detrás de estas situaciones hay toda una estrategia de chantaje para poder valorizar aún más cualquier pacto definitivo.
Todos estos contratiempos son ladinamente aprovechados por los enemigos agazapados o abiertos del proceso en desarrollo, especialmente por el uribismo que acusa al presidente Juan Manuel Santos de estar feriando la Constitución y las instituciones. La verdad es que Humberto De la Calle y su grupo negociador han hecho bien su tarea. Con eficiencia, honestidad y patriotismo. Han sido caso un lustro de un complicado juego de ajedrez político, sin mayores antecedentes en el mundo y que han puesto a prueba la paciencia de los colombianos. De la Calle ha pasado de equilibrista a malabarista para poder cumplir su misión. Confiemos que nuestros negociadores tengan los suficientes elementos de juicio para hacerle frente a esas nuevas circunstancias.
Adenda
Don Miguel Santamaría Dávila, gran colombiano, gran señor, gran conservador y sobretodo gran amigo, fue recibido ayer con todos los honores en la Academia Colombiana de la Lengua, en calidad de Miembro Honorario, como reconocimiento a su aquilatado humanismo y a su ejemplar hoja de vida al servicio del país y del idioma. Congratulaciones.
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