OPINIÓN ORBITAL
Antipetrismo vs. Antiuribismo

Hoy parecería que los únicos candidatos con reales posibilidades de pasar a una segunda vuelta presidencial definitoria serían Gustavo Petro e Iván Duque (léase Álvaro Uribe). Uno quisiera que Germán Vargas Lleras estuviera en la pelea, pero parece que se "atascó" en un lejano tercer lugar, Sin embargo, en las últimas encuestas comienza a subir. Muchos de sus simpatizantes podrían estar pensando que votar por él es botar el voto y que si no logra pasar a la segunda vuelta, lo único sensato sería adherir a Duque para que el uribismo como sucesor con Duque, si es que éste termina siendo el inquilino de la Casa de Nariño. Craso error: Vargas es el candidato mejor preparado y que más le conviene al país en los actuales momentos.

Ahora bien, cuanto a la presente utilidad del voto, cuál es más útil ¿el voto por Petro o el voto por Duque? Nosotros creemos que votar por el exaltando es votar por una muerte anunciada. Petro es un político inteligente, hábil, sagaz y carismático. Sin embargo emana desconfianza, por sus antiguos amores castrochavistas de los cuales parece hoy renegar o, al menos, tomar distancia. Difícil empeño para los ilusos. Pero su presidencia puede ser la crónica de una muerte anunciada. Si sus probabilidades se le complican podemos estar seguros que, derrotado por Duque, tendrá el premio de consolación de una curul senatorial y una vez allí podría convertirse en el jefe de una férrea oposición, que lo catapultaría a la primera línea de aspirantes al solio de Bolívar. 

Lo único que podría modificar esa situación sería un gobierno admirable de Duque que fortaleciera al uribismo y para entonces la escogencia de Vargas como su sucesor sería lo más lógico e indicado. Pero volvamos a la realidad. A lo que tenemos y con lo que contamos.  Los potenciales electores parecen haberse polarizado al máximo entre únicamente dos grandes opciones y más que a favor se está votando en contra: se vota contra Petro y se vota contra Uribe. El antipetrismo y el antiuribismo. Lo demás parece que no existiera, no contará ni tampoco fuera viable.

Por ello es necesario y urgente invitar a la reflexión serena y positiva. El nombre de Germán Vargas Lleras está probado y comprobado que conoce al país, a sus problemas y a sus colusiones. El partido conservador, repetimos una vez más, fiel a su despiste de décadas ha vuelto a equivocarse en materia grave al no avalarlo institucionalmente y permitirle contar con dos millones de votos que bien podrían garantizarle su paso a la segunda instancia y allí catapultarse a ser el inquilino de la Casa de Nariño. Si el panorama político general se llega a complicar quizás nuestra querida colectividad será la más afectada y podría entrar en causal de disolución.

Al conservatismo bien puede llegar a pasarle lo que está ocurriendo con Humberto De la Calle. Buena persona y buen candidato. Bien intencionado y mejor preparado. Pero dejó pasar su "cuarto de hora" y hoy está en el limbo electoral. Los más pesimistas creen que por mucho que trabaje y luche su caudal final no pasara de medio millón de votos, una cifra a todas luces injusta por alguien que le ha servido bien al país. El principal responsable podría ser el expresidente César Gaviria quien, por estar cuidando su legado y el futuro de Simoncito, ha dejado marchitar lo que quedaba del glorioso partido del trapo rojo.