ATISBOS
Se madruga, pero no se gana

Los colombianos tenemos la fama y el orgullo de ser madrugadores como si se tratara de un sinónimo de ser buenos trabajadores.  Pareciera que el refrán “al que madruga, Dios le ayuda” estuviera muy cimentado. Recordemos la fórmula del presidente Uribe de “trabajar, trabajar y trabajar” que quería imprimir a los funcionarios de su gobierno.  Sin embargo, estar en las estadísticas de los países más madrugadores del mundo no nos pone entre los más productivos.

Curiosamente, presidentes en ejercicio como Álvaro Uribe y Gustavo Petro en sus propuestas de reformas a la jornada laboral tienen coincidencias cuando han afirmado que no es una más larga jornada laboral la garantía de ser más eficientes y productivos. Cuestión que se agrava con las dificultades de movilidad o largos trayectos de transporte para llegar al trabajo o de vuelta a la casa.

Es interesante ver entonces la situación del mercado de trabajo en Colombia, que es finalmente la clave para superar las brechas sociales y la desigualdad en el ingreso. Consecuencias y oportunidades que destacó de manera relevante el representante país del BID para Colombia, Ramiro Pérez, en el seminario internacional de ANIF y AS-COA: La economía colombiana ¿Cómo nos ven en estos momentos de cambio?

Aunque Colombia lidere la lista de países más madrugadores del mundo, según World of Statistics, Pérez da varios indicadores que señalan la debilidad estructural de Colombia en su mercado laboral y en la superación de la pobreza. Por ejemplo, personas que están en el último decil de ingresos requieren de ¡once  generaciones! para poder alcanzar el ingreso promedio de Colombia.

Si bien argumenta que es a través de los impuestos que se pueden generar esas oportunidades, algunos estudios estiman que muchas veces en Colombia no llega el subsidio a quien realmente lo necesita o hay duplicaciones, perdiendo esa efectividad fiscal.

Por otro lado, resaltó cómo el acceso al trabajo se convierte en el principal impulso para crear riqueza y salir de trampas de pobreza. El problema, lo indicaba Pérez, está en que Colombia  está en el peor de los mundos: tiene un alto nivel de desempleo (para él, tasas del 8% o 9% no son buenas) sumado a un alto nivel de informalidad (60% del mercado laboral) más una alta rotación en los empleos o baja permanencia (que impide adquirir know how o experiencia y suficiente tiempo de aprendizaje) y una muy baja productividad, pues en Colombia se requiere de 1.5 trabajadores para poder lograr el nivel de  productividad de un solo trabajador en Chile, Costa Rica o Uruguay. Además, el 50% de los alumnos que pasan de la educación superior no tienen el nivel mínimo de lectura o el 60% no alcanzan el nivel requerido de matemáticas de la OCDE y la mayor parte de las empresas son microempresas que no tienen mayor capacidad para invertir en tecnología ni en investigación.

Ahora que se insistirá en la reforma laboral, donde el presidente Gustavo Petro menciona repetidamente la necesidad de mejorar la productividad de los colombianos, como única vía para generar mayores ganancias y por ende elevar los ingresos, basta con dedicarse a mejorar los indicadores del párrafo anterior, que no son nada alentadores y llevan tiempo en espera de solución. Ese sería el verdadero madrugón, el cambio verdaderamente estructural y cierto.        

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

atisbosmariaelisa@gmail.com