El asesinato del candidato presidencial ecuatoriano fue realizado por sicarios colombianos, el del fiscal paraguayo igual, así como el del presidente haitiano. Un trabajo de esos no es de un millón de pesos, ósea doscientos cincuenta dólares, el valor que el presidente Petro ofrece pagar a los criminales para que no maten más.
Esa propuesta, a más de estúpida es ineficaz, pues un delincuente de bajo monto se gana ese valor fácilmente en un día robando celulares, atracando a la salida de un cajero, asaltando una tienda o un restaurante, timando gente por teléfono, extorsionando comerciantes y recibiendo plata de políticos para participar en protestas destruyendo la infraestructura urbana, a más de vender droga en las calles, colegios y universidades.
Entonces, tomar cien mil personas entre los 14 a 28 años, jóvenes en plena capacidad de trabajar, que lo que necesitan es habilitarse para vivir honestamente, con posibilidades de realizarse en la vida, se les ofrezca pagar una mesada de un millón de pesos mensuales para que se abstengan de delinquir.
Esta medida ofrece muchas dudas y preguntas: 1. ¿Cómo se van a seleccionar?; 2. ¿Deben certificar un prontuario delictivo?; 3. ¿O más bien una declaración juramentada que no van a realizar fechorías mientras estén recibiendo ese estipendio?; 4. ¿Cómo se garantiza que los candidatos a recibir ese pago no sean los recomendados por los políticos de los partidos de gobierno para hacer manifestaciones y paros cívicos?; 5. ¿Pueden esos jóvenes simultáneamente engancharse a trabajar en empresas o realizar actividades de trabajo independientes?; 6. ¿Se dedicarán únicamente a recibir ese dinero, portando un uniforme de gestores de paz?; 7. ¿En este caso cual sería la función concreta a seguir por ellos y si van a recibir capacitación?; 8. ¿Durante cuánto tiempo recibirán este aporte?. 9. ¿Cómo controlará el gobierno que reciban ese pago y continúen delinquiendo? 10. ¿Cómo garantizará el gobierno que no se conviertan en colectivos petristas?
Bueno, éstas y muchas otras preguntas más surgen de esta absurda propuesta.
Ahora bien, si eliminar la inseguridad y acabar con la delincuencia implica el perdón y premio para el antisocial, difícilmente se creería que una sociedad pueda ordenarse de esa forma, pues el delincuente proviene de una estructura de formación del dinero fácil, que puede surgir de la necesidad, pero en gran parte es una escuela que ha tomado fuerza a raíz de un Estado débil, falta de autoridad y respeto a la fuerza pública, al favorecimiento de la justicia hacia el criminal, a fenómenos como las guerrillas y sus frentes rurales y urbanos, al crimen organizado, al narcotráfico y últimamente al desplazamiento de la delincuencia venezolana a nuestro país entre otras más.
Con todo lo anterior, ¿No sería mejor que ese inmenso presupuesto se destinara para reforzar con cien mil policías para el país?; ¿Qué se construyeran cárceles de mayor seguridad y se reforzaran los programas de resocialización? Colombia lo necesita a gritos, un Estado fuerte que garantice la seguridad ciudadana como lo indica la Constitución y no programas donde “el crimen si paga”.
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