HILANDO FINO
Adiós a un hombre feliz

Álvaro Castaño Castillo fue, ante todo, un hombre feliz, que creía en la magia de cada  persona,  cada voz, cada palabra declamada o escrita. Un hombre enamorado de lo mejor que da la vida, la cultura en todas sus formas, la poesía, la gran prosa, la música, la historia y las artes plásticas. Castaño vivió su vida tal y como quería, rodeado de lo más bello. Fuimos afortunados los que vivimos su tiempo, pues, bondadosamente con todos compartió su entusiasmo y conocimientos desde su emisora, la HJCK, El Mundo en Bogotá, la cual presidió desde 1950.

 ¡Que falta le hará a Colombia este ciudadano insigne, este hombre “universal”! Pocos como él aportaron tanto a nuestro medio cultural. Sus programas radiales nos regalaron las voces más destacadas, no solo colombianas, sino de todo el territorio hispanoparlante. Allí oímos fascinados a Jorge Luis Borges, Agustín Lara, Chávela Vargas, Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis y no sé a cuántos más. Disfrutamos de los mejores poetas, los más amados de nuestra lengua, entre ellos Meira del Mar, Eduardo Carranza, Maruja Vieira y Juan Gustavo Cobo Borda, por mencionar solo una minúscula parte de las magníficas voces que engalanaron sus programas.

En la HJCK, expertos en cada tema, y no pocas veces,  los mismos autores, discutían y analizaban lo mejor de la literatura  en entrevistas realizadas de manera magistral por el mismo Castaño, o alguno de sus colaboradores.

Otro de sus grandes éxitos fueron  los programas musicales, siempre seleccionados para complacer diferentes gustos de la mejor manera. Aquí disfrutábamos de lo mejor de la música clásica, jazz, samba o Soul.

Era fascinante oírlo hablar sobre sus “amores”, sobre todo,  sobre la arrolladora Leonor de Aquitania, personaje que conocía como a sus propias manos, o de Alfonso X el Sabio, cuya obra lírica, histórica, jurídica y científica admiraba profundamente. Con seguridad fue este gran mecenas de las letras, quien ejerció  en él  la más profunda influencia.

Pero sería absurdo hablar de Álvaro Castaño Castillo sin hablar de Gloria Valencia de Castaño. La mujer a la que amó por 64 años. Su alma gemela, tan enamorada de la vida y de la cultura como él mismo. Aliada y “cómplice” de todas sus aventuras.  Madre de Pilar y Rodrigo, sus hijos.

Muchos pensamos que la cultura ha quedado un poco huérfana después de la partida de Castaño. En especial, los poetas, hombres y mujeres que disfrutamos de su conocimiento, crítica constructiva y estímulo. Lo echaremos grandemente, de menos. Hoy quedan Pilar y sus nietos para continuar el legado que sus padres  dejaron a la “inmensa minoría”.

Coda: La polémica sobre los manuales de convivencia en los colegios que vivimos la semana pasada se salió de madre y dejó un amargo sabor entre todos los colombianos. Hubo ofensas inadmisibles de lado y lado.

Pero, verdaderamente, llamar a los padres de familia,  que llenaron las plazas de Colombia para manifestar su pensamiento, ignorantes, obtusos, homofóbicos o promotores del odio, no es la mejor manera de promover la  convivencia en las aulas o fuera de ellas.

Con su arrogancia y desatino, la Ministra Gina Parody perdió la oportunidad de hacer una indispensable e importante campaña de respeto y armonía a nivel nacional