Estos días han sido verdaderamente aciagos para el Presidente Juan Manuel Santos, porque deberá decidirse sobre un dilema que definirá su futuro político: o gana el plebiscito por la paz o realiza la reforma tributaria. No puede hacer las dos cosas al mismo tiempo. No tiene ni la credibilidad, ni el pulso político necesarios para poder salir victorioso de ambas situaciones. Al mandatario se le están acabando las opciones. El problema radica en que los dos desafíos exigen una atención inmediata y ninguno da espera. Mejor que nadie, él sabe que no tiene los votos suficientes y la confianza del país para jugar el dúo de retos en simultánea.
Es claro que Santos tendrá que decidirse por la reforma tributaria, porque la crisis fiscal no le da espera y le puede mandar su administración al sótano de la historia. De todas maneras el impacto será grande y entre menos afecte a la clase media y baja saldrá mejor librado Lo malo es que no se le ven ganas a MinHacienda de cobrarles duro a los ricos y a las grandes empresas.
En lo relacionado con la consulta popular, los entendidos dan por recontado que terminará perdiéndola. Nuestro gran amigo, exministro y verdadero gurú del juego político, Jaime Castro, está muy pesimista: "Como van las cosas, el No se está dando silvestre: en cualquier sitio, uno levanta una piedra y debajo encuentra el No rotundo", nos confiesa, pero a la vez nos levanta el ánimo: “Si Santos pierde con el No tampoco pasa nada y las Farc no tendrán otra cosa que firmar". Como quien dice, en plata blanca: a Santos y a las Farc se les acabó el tiempo, pero ambos terminarán firmando precisamente por ello.
¿Por qué hemos llegado a esta insólita situación y el Gobierno está tan acorralado? Quizás por la misma manera de ser del presidente y su forma de hacer política. Es audaz, indudablemente, pero a la vez es marrullero, como buen boyacense. Cogió el toro por los cachos y quiso lidiarlo sólo. Por otro lado, la mermelada se le agotó y, por otro, no ha podido sellar una unión seria y fuerte entre los partidos ya que cada uno, por su parte hace cuentas y así no se puede. Al expresidente Cesar Gaviria no le vemos los idos bríos de antaño y no ha podido disciplinarlos a todos. Le está pasando lo mismo que al famoso domador con sus cien micos para la foto. En los rojos, cada uno está por su lado y los azules siguen deshojando margaritas. Los únicos "aconductados" son los izquierdistas, pero esos no garantizan mayoría.
Recordemos que en la Colombia del Sagrado Corazón aunque las cosas sean muy graves no pasa nada Lo único si realmente preocupante es que si el No sale victorioso, ¿quién se aguantará al expresidente Álvaro Uribe?
Adenda
En otro escenario político, el norteamericano, todo parece indicar que la ordinariez del candidato Trump le está dando la ventaja a la señora Clinton.
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