En la actualidad tres países, de muy estrecha relación, se están jugando su futuro político en las urnas: Colombia, España y los Estados Unidos. Los tres tienen democracias participativas y representativas muy consolidadas pero, como novedad, todos ellos se enfrentan a reformas sustantivas en su quehacer republicano. Y en todos los tres se proyectan escenarios de peligrosa polarización.
Colombia se apresta a transitar una nueva era, la del posconflicto o como algunos están llamando el posacuerdo. El país está prácticamente dividido por mitades entre los partidarios de un Sí y los de un No en un próximo y controvertido plebiscito. En sus acostumbrados análisis periodísticos, EL NUEVO SIGLO del pasado jueves nos señala que el No ha partido en punta en los primeros sondeos sobre el tema. Según esos datos, el No está ganando en las preferencias de los colombianos por ocho puntos porcentuales y también estarían haciéndolo aquellos que son partidario de la abstención. Se considera que la impopularidad del Presidente Juan Manuel Santos está afectando notoriamente estos resultados, debido a la poca credibilidad que tiene entre sus gobernados.
España, por su parte, ya va a completar un año de vida republicana sin un gobierno debidamente constituido, pues las precarias mayorías logradas por el Partido Popular en dos elecciones generales consecutivas, no le han permitido conformar un gobierno de mayorías. Tanto el partido socialista, como Podemos y Ciudadanos no han aceptado alianzas, bien por razones programáticas o por simples cuentas electorales. Todo parece indicar que se irá a una nueva y tercera votación que, de arrojar resultados similares, dejaría al país en una encrucijada. Lo grave es que no se ve solución a la vista.
Estados Unidos, gracias a la nominación del magnate Donald Trump, está viendo cómo el partido republicano se está haciendo añicos por su culpa, debido a lo poco calificado para el cargo y por su personalidad complicada. En los últimos días grandes figuras republicanas no sólo le han retirado su apoyo, sino que se lo han endosa a su rival, la exsenadora Hillary Clinton. Todo parece indicar que ella podría alzarse con la victoria, ya que los primeros sondeos señalan que ganaría en estados claves del Colegio Electoral. De todas maneras la carrera por el Salón Oval pinta sangrienta por los continuos desencuentros entre los aspirantes.
Volviendo al caso colombiano, al Presidente Santos lo están acusando de negociar el proceso de paz con poca claridad en puntos vitales para el país y aunque nuestros negociadores, con De la Calle a la cabeza, se han esforzado en dar explicaciones, lo único cierto es que faltan muchos puntos por definir y porque los conozca la opinión pública. Este caldo de cultivo ha sido aprovechado inteligente y sagazmente por el expresidente Uribe para acrecentar el clima anti plebiscitario.
Aquí el papel del partido conservador es decisivo para inclinar la balanza y para apuntalar las pretensiones del Presidente. Sin embargo parece que subsiste una fuerte división al interior del Directorio y de la bancada, pero no dudamos que al final de cuentas se impondrá la cordura y la unidad se hará en torno a la mejor solución para el país.
Adenda
La ausencia de políticas públicas serias y coherentes para manejar situaciones conflictivas como la invasión de "los habitantes de la calle" en Bogotá y de los inmigrantes cubanos en la región de Turbo han puesto a prueba a los gobiernos distrital y nacional. Lo grave es que en el primer caso nadie quiere hacerse cargo del problema y, en el segundo, la cancillería opta por lo más fácil: deportar.
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