Esto se ha producido en este milenio por el cambio en la disposición de masa acuática. Parece que no es gran noticia pues ya nada podemos hacer para revertirlo. El giro del planeta se dirige más hacia el este. Lo que creíamos punto fijo, no lo es.
De las islas Salomón sobre el océano Pacifico varias han desaparecido y otras más están en peligro de desaparecer. El emblemático lago Titicaca de Bolivia se está secando, tal como el lago Chad en África afectando a millones de personas.
Julio, fue el mes de picos de calor más altos registrados en la historia. Se presentan incendios con grandes vientos en Norteamérica y en Europa. El Polo Sur se está derritiendo, así como los cerros nevados del resto del mundo. El Amazonas ha perdido una superficie inmensa de bosques en los últimos cuatro años, el anterior gobierno de Brasil los entregó a los mineros y a los ganaderos. Pero estos a su vez encuentran que su ganado ya no resiste bien el calor. Buscan una raza casi sin pelo para mantener costos.
La ONU ha creado un organismo intergubernamental del cambio climático, pero sus advertencias no son de obligatorio cumplimiento para gobiernos irresponsables como lo fue Brasil. Ni para Estados Unidos en donde las petroleras imponen sus intereses por encima de las necesidades del mundo. Tampoco se atiene a esas advertencias la contaminante China, ni lo hace Rusia que depende del mercado petrolero para sobrevivir.
En suma, el problema global no está siendo enfrentado por la cara común de la humanidad, sino por centenares de países que se culpan unos a otros del presente desastre.
La venta de silos de sobrevivencia para un eventual fin de la civilización se ha incrementado en Estados Unidos, tal como lo muestran en las películas futuristas. Estimulan un individualismo atroz que se resume así: “Cada quien va por lo suyo, excepto yo que voy por lo mío.”
En todo caso, vivimos una época temerosa por lo que hemos destruido. La imaginación del futuro no es halagüeña.
Pero también hay una peligrosa excepción a esa evidencia. En Estados Unidos una secta, compuesta por unos Republicanos que de golpe se volvieron revolucionarios insurgentes, niegan la elección del presidente legítimo, y declaran que hay un peligroso terrorismo climático. Que se debe apoyar el aumento del uso de los hidrocarburos para derrotar al izquierdismo derrotista.
En Colombia una activista política, que re-envía consignas neonazis en sus correos, adhiere a los postulados de ese disparate. Ella con esas suaves maneras, ¡aspira muy oronda a la presidencia en un país mestizo! A veces hacen falta espejos.
Sin culpa, hay otros que en cambio son ajenos al desastre climático y deben vivir la vida como un hámster en una rueda siguiendo el ritmo.
Existió quien con lucidez reaccionó en su tiempo, contra el facilismo progresista, don Nicolás Gómez Dávila, el máximo pensador conceptivo colombiano que decía: “La ecología es la versión pastoral del duro texto reaccionario.”
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