ESQUINA AZUL
La esperanza en el conejo

Una de las mejores columnas sobre los acuerdos de La Habana apareció en Portafolio de manos del consultor Luis Klein. Sin la rimbombante prosa de los abogados y los intrincados términos de los economistas y demás humanistas, este consultor privado concreta el punto: esa hiperbólica burocracia, esa para estatalidad, esa infinidad de obligaciones adquiridas ¿Con qué las vamos a pagar y cómo la vamos a cumplir?

Partiendo de la base, como corresponde, que estaremos en presencia de una nueva realidad política porque estamos en frente de una nueva Constitución política, el interrogante obligado es: ¿Todo lo allí escrito es carreta o norma de obligatorio cumplimiento?

Y sobre ella hay dos grandes tesis: la primera dice que es vinculante, que para eso se encargaron que proviniera de un acuerdo internacional especial; que hiciera parte de la Constitución a través del bloque de constitucionalidad y que contara con comités de seguimiento y verificación conformado por “las Partes”.

Otros, más pragmáticos quizás, pero más descarados también, sostienen que los acuerdos se hicieron para incumplirse y que existe una especie de acuerdo tácito de incumplimiento entre los firmantes.

Se apoyan en irrefutables razones: (i) no hay plata para pagar ni el 10% de lo allí acordado; (ii) nadie los conoce y peor aún, nadie los entiende, con lo cual al momento de su implementación la oposición será total; (iii) no hay la tierra para la denominada trasformación integral rural de la mano de la reforma rural integral (RRI) pues se pretende conformar un fondo con 3 millones de hectáreas cuando Colombia tiene apenas 7,1 millones de hectáreas cultivadas y el total de baldíos es 1,7 millones de hectáreas y (iv) no cuenta con la mínima legitimación popular gracias a que para su aprobación se requiere un exiguo 13% del censo electoral, lo que evidencia la insostenibilidad política del mecanismo refrendatario.

Todo lo cual les permite inferir que de lo que se trata es de hacerle un conejo a las Farc. Se pretende que ellos dejen las armas a propósito de los acuerdos y una vez abran los ojos y aprendan lo que es el “establecimiento”, ahí se darán cuenta que todo lo acordado es de imposible cumplimiento.

Aun cuando hacerles conejo a los terroristas no me suena éticamente bien, lo que me parece es que esa descarada postura desconoce la gigantesca inseguridad política y jurídica que están generando, amén de la desilusión colectiva de los que aún creen en la palabra gubernamental, lo que conllevará a una parálisis efectiva en la inversión y en el desarrollo, ejes fundamentales, esos sí, de la Paz.

@rpombocajiao

*Miembro Corporación Pensamiento Siglo XXI.