Leyendo el texto del acuerdo de paz a que acaban de llegar la delegación de las Farc y los representantes del Gobierno nacional se encuentra que quienes lo firman en nombre de ese grupo armado ilegal lo hacen con sus apelativos de guerra; ello parece una inadvertencia. Lo cierto es que los nombres de Iván Márquez o Pablo Catatumbo no existen en la vida civil. Lo que individualiza las personas es el número de la cédula de ciudadanía.
Por eso creo que en la firma de este documento que compromete la voluntad de las partes en temas de interés nacional y que fija una hoja de ruta para el camino que habrá de seguirse, han debido utilizar sus nombres de pila. Algunos dirán sobre esta observación que lo importante es el documento que firmen el presidente Santos y el jefe de las Farc. Pero, si examinamos con cuidado el punto encontramos que el acuerdo firmado fue lo que le permitió al Presidente solicitar la autorización del Congreso para la convocatoria del plebiscito.
En el afán de que se realice el plebiscito se pueden cometer errores insuperables que el Gobierno debe evitar a todo trance. Tampoco se entiende bien que el Congreso hubiera expedido el aval correspondiente para la convocatoria del plebiscito sin haber conocido previamente la pregunta mediante la cual se hará su convocatoria. Del mismo modo, el Vaticano expresó que el Papa no hará parte del comité de organizaciones privadas que elegirán los magistrados del Tribunal de Paz. En las próximas columnas seguiremos comentando el contenido del acuerdo.
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La Secretaría de la ONU
Los medios de comunicación informan sobre la posibilidad que tiene el ex primer ministro de Portugal, Antonio Guterres, de ser elegido secretario general de la ONU.
Su elección sería muy importante para Colombia por el conocimiento que tiene sobre la realidad nacional y, en particular, de la situación que afrontan los desplazados por la violencia. Recordemos que Guterres representó durante 10 años a la Acnur, que es la agencia de la Naciones Unidas para la atención de los refugiados y desplazados internos. En esa condición, tuve oportunidad de acompañarlo hace unos años a una visita al Bajo Atrato con el fin de verificar las condiciones reales en que se encontraban los desplazados de esa región del país en aquella época.
Por su trayectoria creo que la probable elección de Antonio Guterres sería muy útil para nuestro país, Latinoamérica y otros continentes. Su experticia en el manejo de problemáticas tan sensibles como la del fenómeno de los refugiados y los desplazados son credenciales suficientes. Desde esa posición tan destacada Guterres puede disponer de mayores instrumentos en el acompañamiento y búsqueda de soluciones efectivas a la situación que viven los migrantes y las víctimas en general de afectaciones a los derechos humanos en el mundo, como ha sido el caso de Colombia. Aunque es portugués no ha sido ajeno a las crisis y complejos problemas de América Latina.
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