El país, sobre todo el país político, conoce de sobra quién es y cómo piensa Germán Vargas Lleras. Lo ha admirado como un dirigente inteligente, sagaz y astuto y en los dos últimos años lo ha visto actuar como un ejecutivo capaz, decidido y muy comprometido, logrando grande éxitos en la modernización de nuestra atrasada infraestructura de vías, puertos y aeropuertos. Sin embargo desde siempre le ha acompañado una muy merecida fama de manzanillo,
Todo esto nos viene a la memoria a raíz de sus criticadas relaciones con el proceso de paz y más concretamente con el presidente Santos. Fiel a su estilo, puesto contra la pared por su jefe después de cuatro años de enigmático silencio, finalmente dijo que Sí, pero tan condicionado que más bien parece un No. Esto, desde luego, debe tener muy contrariado a su jefe, quien lo convirtió como su segundo precisamente para que cuidara su legado.
Estos son tiempos decisorios que exigen definiciones y posiciones claras y comprometidas y las brindadas por el Vice están muy lejos de serlo y tan siquiera parecerlo. Creemos que el presidente Santos se debe estar sintiendo como pudo sentirse Uribe con relación a su exministro de Defensa, cuando el primero acusó al segundo de haberlo traicionado... Con razón o sin ella se puede estar ocurriendo.
De ser así, el Vicepresidente está pisando terreno minado y debe estar consciente de que en esta Administración él es "una llanta de repuesto", que si no sirve o estorba puede ser remplazada por otra y esa otra no sería alguna distinta que Humberto De la Calle, de probada y comprobada fidelidad santista, y que está listo para el recambio.
En los actuales momentos si alguien merece tanto reconocimiento como el Presidente Santos por su contribución al acuerdo por la paz es el exministro caldense. A su innegable inteligencia se le suma una muy vasta y acrisolada experiencia en el manejo de la cosa pública y un especial don de gentes del que infortunadamente el Vice carece. Tiene además una imagen mediática inmejorable.
Sobre todo esto debería meditar seriamente el sobrino nieto que al parecer habría heredado el genio pero no el ingenio. Hay que pensar también que preferir a Uribe sobre Santos es un verdadero disparate.
Estamos convencidos de que si Santos tiene que hacer este recambio no lo dudará ni un solo minuto. Además el acompañamiento al Sí plebiscitario debe ser rotundo y sin reservas. Esto es válido igualmente para nuestro partido Conservador que, a estas alturas del paseo, parece estar empeñado en una segunda papeleta del todo logísticamente extemporánea. Hay otros mecanismos menos traumáticos, doctor Barguil.
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