MIRADOR
De boca en boca

Cualquiera sea la suerte de reforma tributaria en el Congreso, del acuerdo nacional con las Farc y del camino que empieza con el ELN en Ecuador, el Gobierno debe pararle bolas a la maltrecha economía nacional.

Los guarismos apuntan a que vamos a cerrar este año con crecimiento inferior al 3%.

Apuestas locales y extranjeras dictaminan que terminaremos 2016 con quebrantos de salud en inversión, balanza cambiaria, ejecución presupuestal y empleo.

Vamos a tener un fin de año complicado. El consumo no levanta cabeza, crece endeudamiento de hogares y el costo del crédito va cuesta arriba.

Más de 20 mil puestos de trabajo se perdieron por cuenta de la crisis en minería y la caída de precios del petróleo que obligó al sector hidrocarburos a apretar gastos e inversiones.

El comercio marcha lento, es poca la rotación de inventarios y las ventas son inferiores al año pasado. La facturación con tarjetas de crédito no crece por cuenta de las altas tasas de interés que bancos cobran a sus clientes.

La paz, de boca en boca, no puede silenciar lo mal que va la economía.

Seguir creciendo no significa que vamos bien.

No estar en recesión no implica que las cosas anden bien.

El país, centrado en proceso de paz con Farc, no puede ser ignorado en sus otras facetas. Economía de bolsillo, vivienda, salud, educación, servicios públicos, agua potable y empleo, son vitales para aclimatar la convivencia.

Actores políticos del país han tenido ojos este año para el publicitado acuerdo de paz con guerrilla de las FARC, luego el plebiscito, ahora los diálogos del Sí Y el No, el Nobel de Paz y el comienzo de conversaciones con el ELN.

Sin embargo, poco cuidado se le ha prestado al acontecer económico y social de una nación que sigue viviendo sus dramas: inequidad en ingreso, deserción en colegios y universidades, desnutrición infantil, corrupción rampante, falta de hospitales, centros de salud y escuelas, escasez de agua potable, calamidad, destrucción y muerte por embates del invierno.

La presencia del Estado sigue siendo invisible en caseríos, pueblos y poblaciones intermedias de Guajira, Chocó, Bolívar y Cauca, San Andrés islas, entre otros.

Hay dos frentes que atender a la par con urgencia de resolución del conflicto armado. Enfrentar faltante fiscal, descuadre en cuenta corriente y déficit en ingresos. Y asumir compromiso político frente a dificultades propias de miseria, pobreza, informalidad y desempleo.

Sin atacar punto neurálgico del desempleo será difícil recomponer las cargas.

Urge dosis de fe y esperanza para tres millones de ciudadanos que en campos ciudades necesitan un jornal para sobrevivir.

Si a la gente no se le da empleo el consumo no va a mejorar y la economía seguirá padeciendo trastornos.

No va a ser sencillo si reforma tributaria habilita declarar ingresos a partir de $1,5 millones mensuales y subir IVA del 16 al 19%.

La situación podría empeorar.