CELERIDAD SIN PRECIPITUD
La urgencia de la paz

A raíz del triunfo del No en la jornada plebiscitaria, se han oído toda clase de voces para encontrar la manera de salvar el proceso con los aspectos positivos que pueda ofrecer el acuerdo celebrado con las Farc.

En esta crisis se impone de los voceros del Sí y del No, obrar con mucha responsabilidad, porque se plantean propuestas francamente inconvenientes para la construcción del consenso nacional a que todos aspiramos, como la de demandar el plebiscito por causa del huracán Matthew o la de repetir su convocatoria. Esperamos que, como en el Quijote, antes de morir nos volvamos cuerdos.

En esta hora de incertidumbre y confusión se destaca la espontaneidad de las movilizaciones estudiantiles, de los indígenas y otras expresiones de la sociedad clamando por la urgencia de la paz, lo mismo que los empresarios.

El Presidente advirtió que para que el diálogo sea fructífero se necesitan tres condiciones: “primero: que no se presenten propuestas imposibles. Segundo: avanzar con sentido de urgencia, es decir, no dilatar.  Y tercero: el diálogo debe establecerse partiendo de dos bases fundamentales, realismo y verdad.”

Esas recomendaciones corresponden a la realidad y deberían ser atendibles. Pero, también hay que entender que los puntos que suscitan más inquietud en quienes representan el No son complejos y tendrán que debatirse las propuestas de ajuste para tratar de llegar a un acuerdo y no parece probable que allá se llegue en unos días.

Como se espera que el Acuerdo garantice una paz estable y duradera ampliando la base de su apoyo, de donde derivará su legitimidad, se requiere un plazo razonable que solo podrá determinar la dinámica de los diálogos. De lo contrario se corre el riesgo que los voceros del No se limiten a dejar constancia de sus propuestas, lo que no sería deseable. Y si a eso se agrega que el jefe de las Farc califica de exabrupto la posibilidad de introducir modificaciones al modelo de justicia transicional adoptado, pues podríamos quedar en el peor de los mundos.

A partir del escenario descrito, si no hubiera consenso, ¿A qué mecanismo podría acudir el Presidente para implementar el Acuerdo? No lo sabemos. El Nobel puede ayudar, pero no es suficiente.

La gente se pregunta: ¿Puede el Gobierno continuar adelante con el acto legislativo para la paz? No creemos que sea posible porque esta sujeta su vigencia a la refrendación popular. El Gobierno mantiene intactas sus facultades constitucionales y legales y puede hacer uso de ellas, pero por la vía ordinaria. Todos sabemos del tiempo que se necesita para sacar un acto legislativo o tramitar una ley en el Congreso por este camino.

Se ha dicho que los liderazgos y la templanza del espíritu se ponen a prueba en momentos de crisis y dificultades. Por ello el Gobierno, quien tiene la batuta del proceso, debe ponderar todas las variables comprometidas en el mismo, no cometer errores, no cerrar los espacios y evitar que sus voceros lesionen susceptibilidades anticipando respuestas sin ser evaluadas con las Farc.  Hay que construir el consenso.