MIRADOR
Mal momento

No tiene buena cara hoy el país para someterlo a amargos proyectos. Sin embargo, lo que viene es ineludible. La temida reforma tributaria.

Muchos saben que vendrá, pocos la conocen y casi nadie ha tenido acceso a ella.

En medio de vicisitudes de la paz, Gobierno y Congreso tendrán a partir de la próxima semana una nueva prueba que ajustará cinturones y apretará presupuestos.

La reforma tributaria estructural será sometida a consideración del legislativo en momentos difíciles para la nación en lo político, económico y lo social. Está menguado capital político del Presidente Santos.

Luego del trago amargo para Ejecutivo del No en el plebiscito del domingo, llega un nuevo episodio, tampoco fácil de digerir para colombianos: mayores tarifas impositivas.

Empresarios y gremios de la producción reiteraron que casi nada conocen del contenido del paquete fiscal entregado al Gobierno por un grupo de expertos.

Es una reforma tributaria publicitada, poco socializada.

Se ha hecho pública la necesidad de conseguir los recursos necesarios para financiar menesteres sociales del país, pero con muy poco consenso alrededor de la propuesta.

Empresarios, comerciantes y banqueros, así como inversores extranjeros, pequeños contribuyentes e independientes, han visto en registros de prensa los cambios que se pretenden dar al sistema impositivo, pero es pobre la información detallada del proyecto.

Se habla de la reforma tributaria, pero no se debate, discute ni nutre su articulado. El afán es llevarla al Congreso y que allí comience su discusión y socialización. Se hace al revés.

Debería haberse sometido a discusión en el sector privado. Se necesita saber más de su contenido y que el Congreso reciba una iniciativa del conocimiento de los colombianos.

No sea que le ocurra lo mismo que al acuerdo de paz. No se ventilaron con claridad puntos sensibles de lo acordado en Cuba, se anticiparon a su firma en Cartagena, y el pueblo no aprobó.

La reforma tributaria tiene dos escollos. Poco ambiente en el Congreso y resistencia en la comunidad. Nada extraño que este proyecto comience a perder validez en comisiones económicas de senado y cámara, tanto como entre industriales y hogares.

Es verdad que el frente fiscal colombiano es endeble. Hay un hueco fiscal que significa que lo que tenemos no alcanza para financiar lo social.

Lo que hay en caja no da para pagar los compromisos del Gobierno.

Lo que ingresa por impuestos cada año es insuficiente para sostener el plan de inversiones del Ejecutivo.

En consecuencia, es necesario conseguir dinero adicional para que las cuentas cuadren.

La vía que se plantea es una nueva reforma tributaria que aumentará tarifas y hará que más familias declaren y paguen.

Subir el IVA a varios productos de la canasta familiar, robustecer renta, gravar dividendos y ampliar la base de contribuyentes.

IVA del 19%, demasiado, pero una posibilidad. Es el gravamen más sencillo de castigar y también el más directo para aumentar recaudos.

El clima nacional no está despejado para la economía. Más impuestos nublan aún más horizonte de inversión y empleo. Habrá que aguantar la tempestad que viene.

Caerá ‘granizo’ sobre gentes de modestos ingresos.