“Recientes actitudes de Duque impiden optimismo”
Durante el gobierno Duque se han presentado hechos que conforman una coyuntura demandante de una visión estratégica suficiente para emprender políticas que salvaguarden los grandes intereses nacionales.
La opción “sobre la mesa” de intervenir militarmente en Venezuela por parte de EE.UU. con el propósito de sacar el régimen Maduro del poder y así paliar los sufrimientos de gran parte del pueblo venezolano expresados en la masiva migración de los últimos meses. El congelamiento de las negociaciones con el ELN; una mayor presencia de los carteles mexicanos de la droga en el territorio colombiano y el ostensible aumento tanto de la producción como del consumo de narcóticos dentro de nuestras fronteras. Un discurso de Trump en la Asamblea general de la ONU que después de los primeros párrafos produjo risas inesperadas por el mismo Trump en la audiencia mundial, y uno de Maduro que, pese a su trasnochada ideologización, arrancó entusiastas aplausos de varios países caribeños, de África, del medio oriente y de Rusia. En fin, una serie de hechos que anuncian nubarrones amenazantes alrededor de nuestra seguridad nacional, sobre los cuales es imperativo actuar estratégicamente para evitar que se conviertan en tormentas.
Es de esperar que en el alto gobierno se esté analizando a fondo la situación o coyuntura para concretar sendos cursos de acción a implementar coordinadamente y no esperar otros acontecimientos que obliguen a asumir una actitud reactiva alejando la posibilidad de tener, al menos en parte, la iniciativa político-estratégica.
Sin embargo, recientes actitudes de altos funcionarios públicos y del mismo presidente impiden el optimismo. Un discurso de Duque en la ONU, que como bien tituló el portal la Silla Vacía “miró más a Colombia que hacia afuera”. Una actitud de Duque frente a Trump respecto al narcotráfico dejando ver más complejo de inferioridad por lo hecho, que autoridad moral para hacer las cosas a nuestra manera después de 30 años de experiencia. Frente a la opción de la intervención militar de EE.UU. en Venezuela, la postura del recién posesionado embajador Santos avalándola sin ningún tipo de duda, lo cual trató de corregirse al día siguiente con el “no tengo actitudes bélicas” de Duque. Ante la declaración del Secretario General de la OEA en Cúcuta también avalando la opción militar, el silencio del Canciller seguido por la no firma del comunicado del “Grupo de Lima” que la rechazaba. El ministro Botero, pensando más en el aumento del presupuesto de Defensa que en dejar de provocar litigios como la estigmatización la protesta social.
Y para completar, continúa un pulso con el ELN por fuera de la mesa, mediante declaraciones públicas que alejan la posibilidad de descongelar la negociación. Se están observando serios indicios de la presencia de los carteles mexicanos en el país, pero no se percibe una estrategia clara frente al crimen trasnacional. Tanto así que ni siquiera el Canciller ha visitado al electo presidente mexicano para escucharle la visión del problema, para que luego nuestro gobierno actúe en consecuencia.
@CarlosAlfonsoVR
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