Ha causado desconcierto en la comunidad académica y el mundo de la literatura el hecho de que el comité del Nobel en Suecia le hubiera otorgado esta distinción al músico y cantante Bob Dylan. Los espontáneos se preguntan: ¿Será que el comité cambió los criterios para conceder el Nobel? ¿Las canciones y la música que interpreta Dylan son realmente poesía o algún tipo de manifestación que quepa dentro del universo de la literatura?
Hemos leído y oído las reacciones y comentarios de críticos literarios y de quienes profesionalmente se han dedicado a la literatura; ha sido tal su sorpresa que, francamente, no encuentran razón suficiente para, por lo menos entender, y mucho menos justificar, como un galardón tan preciado se le puede conferir a alguien que no escribe y, por tanto, no puede practicar ningún género literario. Tradicionalmente el premio Nobel ha sido para alguien que ha demostrado talento de escritor, y ha sido consagrado por la crítica, o que ha hecho algún tipo de contribución al fortalecimiento de la lengua en que escribe.
Al hacer esta reflexión no puede uno menos que pensar en figuras tan destacadas en el mundo de las letras que hicieron de su condición de escritores o de exponentes de una lengua, la razón de su existencia. Tal es el caso de esa cumbre literaria que fue Jorge Luis Borges. Un experto, como el que más, en diferentes géneros y corrientes literarias que regentó una cátedra sobre literatura inglesa en la universidad de Buenos Aires, y cuya obra ha sido traducida a distintos idiomas.
Negarle el premio Nobel a Borges y concedérselo a Bob Dylan es algo que no se puede entender. ¿Por qué no se lo concedieron al célebre escritor argentino? La razón más comentada indica que fue por haberle recibido una condecoración a Pinochet. Entonces, ¿Se trata de un premio que también mezcla consideraciones políticas? Es la pregunta que ha quedado rondando en el ambiente desde que se lo otorgaron a Churchill sin haber sido literato. Con Jorge Luis Borges el comité del Nobel tiene una deuda impagable. Deberían reconocérselo post mortem.
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Fernando Carrillo, nuevo Procurador
El Senado de la República acaba de elegir Procurador General de la Nación a un exponente de nuestra generación, Fernando Carrillo Flórez; un hombre que tiene un compromiso fundamental con los principios y valores fundantes de la Constitución de 1991, como que fue miembro de la Asamblea Constituyente siendo muy joven.
Luego ocupó el Ministerio de Justicia en la época más difícil que hayamos afrontado los colombianos en la vida reciente, la del narcoterrorismo de Pablo Escobar. De ahí pasó al BID, desde donde coordinaba proyectos de fortalecimiento a la justicia en diferentes países de América Latina. Y en el actual Gobierno ocupó el Ministerio del Interior y la embajada en España.
Ha hecho Fernando carrillo una notable carrera en el sector público que lo acreditan para ocupar, con lujo de competencia, no solo la Procuraduría General, sino más altos destinos.
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