“Nos vamos a quedar sin esclarecer lo sucedido a lo largo del conflicto”
Se acaba de conocer el nombre de los once comisionados que integrarán la “Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición”, uno de los instrumentos esenciales del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición sobre el que está montado el acuerdo de paz suscrito entre el Estado colombiano y la organización guerrillera de las Farc.
La Comisión será presidida por el sacerdote jesuita Francisco de Roux, un nombre que aunque no ha dejado contento a todo el mundo sí ofrece una garantía de ética acorde por su ministerio y con el ejercicio de él, que se le conoce especialmente en el Magdalena Medio. El propio padre de Roux se reconoce en la Teología de la Liberación pero se declara contrario a la lucha armada, de modo que no debería patrocinar como verdad ninguna versión justificativa ‘del matar para salvar’ de esos mesías de fusil.
No es el primer sacerdote que preside una comisión que pretende establecer la verdad sobre nuestra casi eterna violencia. Ya lo hizo en 1962, dos años antes de la fundación de las Farc, Monseñor Germán Guzmán Campos, cuyas conclusiones en la obra “La Violencia en Colombia” todavía se discuten por muchos de los involucrados o de sus herederos.
El otro más conocido en el onceno es el sociólogo Alfredo Molano, autor de libros de crónicas de la Colombia profunda (“Trochas y fusiles”, “Selva adentro” y “Del Llano Llano”, entre otros) y columnista semanal. Nada de objetividad pueden esperar los agentes del Estado de una verdad construida por el señor Molano. Desde el discurso justificativo del reclutamiento de menores para la guerrilla (II-2017) hasta su “linda” descripción de los hombres del Esmad de la Policía Nacional como “ese cuerpo de fieras creado por el Plan Colombia y alimentado por la doctrina del enemigo interno” (X-2017) ya puede saberse cuál y cómo será su lectura del conflicto. Y cómo les irá a las FF.AA. en ese relato.
El maniqueísmo es el gran enemigo de la verdad. Y tampoco se ve muy asegurada la objetividad cuando uno lee las cuentas de twitter de las comisionadas Marta Ruiz (@martaruiz66) y Lucía González (@luciagonzalezd). En un conflicto tan largo como el colombiano, la reconstrucción de la verdad no es una tarea fácil, y hacerlo con objetividad es más difícil aún. Pero si a eso se le agrega el prejuicio de los comisionados encargados de tan titánica tarea, el remedio puede ser peor que la enfermedad.
Ser ecuánime al analizar o ver una guerra es, dice Arturo Pérez Reverte, “ver la barbarie y la crueldad estés donde estés respecto al conflicto”. Si para reconstruir la verdad de nuestro terrible conflicto, algunos de los señores comisionados van a partir de la imagen del guerrillero heroico eternamente víctima de los esbirros del Estado que lo obligaron a levantarse en armas contra la injusticia social, creo que nos vamos a quedar sin esclarecer lo sucedido a lo largo del conflicto, incluyendo sus múltiples causas, orígenes y efectos, como dice el Acuerdo.
¿Amanecerá, y veremos?
@Quinternatte
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