TODO indica que la política en Colombia seguirá tal cual, incluso, podría ser peor.
Las listas avaladas para candidatizar al sucesor del Presidente Santos no inspiran buenos pensamientos.
Los nombres elegidos para encabezar aspiraciones a Cámara y Senado, son los mismos con las mismas. Una vergüenza nacional que no seamos capaces de abrirle paso a una nueva generación política descontaminada y anticorrupción.
Las expectativas de postular buenos nombres al Congreso de la República se desvirtúan.
Los políticos actuales en su mayoría no gozan del aval ciudadano porque carecen de buenas costumbres.
Si la vieja maquinaria, obsoleta y corrupta es la que seguirá pregonando, haciendo y deshaciendo, qué pesar.
No deberíamos desaprovechar la actual realidad y reinventar la política.
Repensar la política colombiana desde los desgastados partidos tradicionales hasta los inoperantes movimientos de izquierda o derecha.
Una buena opción que a menudo hace comentario en pasillos de hoteles, restaurantes y salones sociales: que empresarios buenos y honestos se dejen tentar por la política, por la sana política.
Que algunos líderes del sector privado miren los estadios de la política y le den decoro a la democracia.
Muchos dirigentes empresariales le sentarían bien a la política.
Un nuevo aire político con candidato presidencial del sector privado. Bancadas parlamentarias oxigenadas con hombres de opinión.
Si en las regiones sobreviven algunos políticos ajenos a corrupción, componendas, apropiación de recursos, tráfico de influencias, coimas y abusos de poder, también hay directivos en la industria que le caerían bien a la política y la democracia.
Necesitamos decisión para señalarlos, invitarlos y entusiasmarlos por la política.
La política es una empresa participativa. La economía se mueve con voluntad política. Dos actividades que se encuentran. Empresarios que nacieron por y para el sector privado, bienvenidos a la política. Vengan a hacer el bien, a enseñar el camino, a corregir el camino torcido.
Hombres de negocios capaces, insobornables, que no negocian la ética ni la buena fe, los hay.
Vamos tan mal en materia política, anda tan contaminada la democracia y frágil la confianza, que no es descabellado plantear empresarios a la política.
Como a empresarios no les suena ni les va el tema de la participación en política, habrá entonces que tener sumo cuidado con personas que elegiremos al Congreso en marzo de 2018.
Pulso firme contra sinvergüenzas que pretenden perpetuarse en el legislativo, a través de parientes, hermanos, cuñados, sobrinos o socios.
Son los mismos en otras personas. Quienes están impedidos para regresar, quedarse o debutar en senado o cámara, proponen a sus más cercanos como vía para asegurarse la curul.
Por sus actos los conoce la nación, no puede haber contemplaciones con ellos.
Ciudadanos no pueden seguir llorando sus malas decisiones en las urnas.
Hay que impulsar y promover buenas personas a la política.
Poner en vitrina a los mejores para que sepamos escoger.
Las votaciones no pueden seguir siendo un aplauso para quienes defraudan y se roban el Estado, mienten, hacen trampa y orquestan corrupción.
Dar la espalda a políticos mañosos que tienen el país patas arriba.
Comunidad tiene responsabilidad social de jugársela por candidatos dignos de crédito, decentes y honrados.
Hay que empezar a perfilar a los buenos e irle sacando el cuerpo a los malos.
La política hoy en Colombia causa pena. Que no sea peor el próximo año.
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios