La primera gran decepción de una parte importante de los seguidores del movimiento izquierdista Podemos fue tras conocer que Pablo Iglesias, su líder carismático, se había comprado un chalet con piscina en la localidad madrileña de Galapagar, incumpliendo así su promesa de seguir viviendo en el barrio obrero de Vallecas.
Iglesias, que llegó a ser vicepresidente del Gobierno de la mano de Pedro Sánchez, renunció posteriormente a la encomienda para presentarse a las elecciones de Madrid en la idea de hacerse con la presidencia de la Comunidad Autónoma, pero sufrió una derrota humillante. Con su imagen en la papeleta Podemos quedó el último en aquellos comicios en los que arrasó el PP con Isabel Díaz Ayuso como gran triunfadora. Muchos seguidores del 15 M dejaron de ser votantes de Podemos.
Algo similar podría acontecer en el próximo 28 de mayo. El escándalo de las excarcelaciones y rebajas de penas a violadores, fruto perverso de la Ley que lleva el sello y el empecinamiento de la ministra Irene Montero, podría pasar una segunda factura electoral a Podemos. Sus dirigentes dentro y fuera del partido -Iglesias fuera, Montero y Belarra, dentro- lo saben y lo temen. Quizá por eso han tratado de desviar el foco de la opinión pública intentando que la manifestación feminista del 8M fuera una suerte de absolución colectiva. Desviar la atención para que recaiga en otro las críticas por los desaciertos propios: los jueces por dictar las sentencias y el PSOE por querer cambiar la Ley.
En política se vive más de oídas que de lo que vemos. Por eso las ministras y demás dirigentes de Podemos repiten con machacona insistencia una falacia que han convertido en mantra: la reforma de la Ley Montero, que impulsa el PSOE y ha sido aprobada en el Congreso con los votos del PP, nos hará volver a la ley de la "Manada". Es una falsedad. El Código Penal que estuvo en vigor hasta la Ley Montero, y por el que fueron juzgados y condenados los violadores en aquél juicio tan mediático, fue aprobado en 1995 siendo ministro de Justicia Juan Alberto Belloch.
No era un "código fascista" como han pretendido trasladar de manera insidiosa desde Podemos como patético argumento para justificar el desastre provocado por la ley cuyo escandaloso reguero de excarcelaciones les acompañará hasta el día de las elecciones. Sí el primer desencanto vino con el chalet, todo indica que el segundo lo provocará esta Ley que irá unida para siempre al nombre de su empecinada autora: la ministra Irene Montero. Montero sigue en el Gobierno y Podemos no romperá la coalición, pero juntos han iniciado la senda de la agonía política.
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