La guerra es el fracaso de la diplomacia. Y en la de Ucrania, la China es la que tiene la delantera. El presidente Xi, no Biden, es quien aparece ante el mundo como proponente de una solución, buena o mala, mientras Estados Unidos factura sus ganancias con aporte de armas, sin arriesgar un muerto en el conflicto.
Este hecho tiene sus antecedentes en el gobierno Donald Trump quien rompió el acuerdo de control nuclear logrado con Irán. Prefirió apoyar, sin más, al gobierno de Arabia Saudita, creyendo que así aumentarían su influencia en el oriente.
Ahora Xi, logró un acuerdo diplomático con Arabia y con Irán, quienes reanudaron sus relaciones entre sí. Y Estados Unidos ha quedado excluido de ese pacto esencial de la geopolítica asiática. El presidente francés Macron, no se ha quedado atrás y conversa con China. Le resulta evidente quien tiene la iniciativa diplomática. Influencia que no solo es verbal. Tanto Irán como Arabia Saudita son socios comerciales aventajados de China. En esas conversaciones Estados Unidos brilla por su ausencia.
Facturar vía armamentos para debilitar a Rusia parece una genialidad de contabilista, no una estrategia de una potencia mundial con aspiraciones de liderazgo.
Pero Biden, como los Bush, se han dejado tomar ventaja del complejo industrial-militar cuya importancia crece con respecto al producto bruto interno. Ese complejo industrial-militar es la más grave amenaza contra la democracia de ese país, tal como lo advirtió el general Eisenhower durante su presidencia. Y lo decía por experiencia directa de una vida militar y guerrera.
Desde los años noventa, el énfasis guerrerista en la economía y la política norteamericana creció. Y también creció la tendencia al endeudamiento progresivo que ahora es una bomba de tiempo. Esa inversa relación entre crecimiento económico y gastos militares, fue estudiado a fondo por el historiador estadunidense Paul Kennedy, en su obra ya clásica, Auge y Caída de las grandes potencias. En ella hace un estudio comparativo entre varias de las potencias mundiales. Y dice que hay una constante histórica entre el declive de cada una de ellas y el auge del endeudamiento por armamentismo.
Su tema es la historia extensa y lenta, no la inmediatez. Y cubre casos analíticos de la dinastía Ming en China, el mundo musulmán, Japón, Rusia, los Habsburgo, Inglaterra, en algo más de ochocientas paginas bien documentadas. Incluso en una entrevista con el mexicano Enrique Krause afirma “Al llegar a Yale, en 1983, encontré una creciente carrera armamentista entre la URSS de Brezhnev y los Estados Unidos de Regan. Ambos imperios parecían tener problemas económicos enormes y enormes desequilibrios financieros, e incurrían en un gasto cada vez mayor en sus respectivos ejércitos. Me recordaban el reinado de Felipe II de España…”
Y también notaba que, con la segunda guerra mundial, USA recuperó su economía a un ritmo mucho mayor que su gasto militar. Pero es notorio que las guerras en el Medio Oriente, no solo le han menguado el liderazgo moral.
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