SEGÚN las informaciones, los candidatos a la Presidencia de la República muestran una gran preocupación por la seguridad ciudadana por ser un tema que inquieta el país y alarma, de diferente forma, a todo residente en Colombia. Pienso que es sano hablar del tema porque la gran mayoría de aspirantes coincide en enfrentar este reto, potenciando el pie de fuerza de la institución policial.
Estoy seguro que todos tienen personas calificadas y expertos en seguridad que los acompañan asesorándolos, presentándoles estudios y análisis sobre heterogéneos aspectos referentes a la seguridad ciudadana y doy por descontado que en lo concerniente al incremento del pie de fuerza han desarrollado los diagnósticos necesarios para coincidir en la propuesta, “curiosamente” generalizada, de incrementar los efectivos en la institución. Pero me voy a permitir llamar la atención al respecto, con el fin de invitar al debate e investigación de la propuesta.
En la actualidad la Policía Nacional enfrenta un déficit sustancial en el presupuesto de sanidad, debido al abrupto crecimiento que en los últimos gobiernos ha tenido la fuerza; incrementar la planta de una institución demanda un respaldo presupuestal estimado y evaluado con suficiente tiempo para cubrir las erogaciones y contar con los medios económicos que tal decisión arrastra. Por ejemplo, cada nuevo miembro de la policía en lo atinente a sanidad, aporta al servicio de salud de tres a cuatro personas, de donde colegimos que los usuarios del sector crecerán en una gran proporción sin que la institución cuente con los recursos ni la capacidad instalada para atender esa demanda, redundando esta situación en el deterior del servicio de salud y la consabida protesta de los usuarios, representados en efectivos activos y sus familiares. Por tanto sería saludable que antes de embarcarnos en tamaña aventura se midieran las posibilidades presupuestarias.
Por otra parte, ese crecimiento debe ser programado. Recordemos aquellas incorporaciones exprés, adelantadas bajo órdenes superiores, a la carrera y sin planeación, efectuadas en tiempos pretéritos, fueron funestas pues necesariamente no proporcionaron mano de obra bien calificada y, por el contrario, instigaron a la improvisación, con deterioro de la imagen institucional. Me concentro en la sanidad por ser piedra angular en estos momentos, pero el tema da para más enfoques y consideraciones como instalaciones, equipo, armamento, uniformes, dotaciones y demás, concluyendo en la recomendación de debatir más a fondo la propuesta, que se puede direccionar a mejorar la calidad y preparación de los hombres, apalancándolos en la tecnología, el entrenamiento, el estímulo y la vocación de servicio.
No puedo terminar esta columna sin recordarles que sin justicia no lograremos seguridad ciudadana, es imposible que el patrullero capture y deba conducir al delincuente a su casa, “léase estación de policía”, por faltar infraestructura y política criminal.
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