Igual que nos sorprendió su nombramiento nos sorprendió su salida. Cuando el Alcalde Mayor de Bogotá decidió dar vida a la Secretaría de Seguridad, tan urgente y necesaria para la capital por varias razones, invitó al Dr. Daniel Mejía a liderar su creación, organización y desarrollo, convirtiéndose ante ello en el primer secretario de seguridad en la capital de la República. Por esos días tuve la oportunidad de dialogar con el novel funcionario e intercambiamos conceptos sobre seguridad ciudadana, quedándome la convicción que se trataba de un hombre inquieto por el tema, estudioso de los factores circundantes de la problemática, pero con poca experiencia en el ámbito operativo; sin embargo advertí su claridad hacia una estrategia de coordinación y cooperación entre autoridades e instituciones comprometidas en la tarea, lo que de por sí aseguraba un buen comienzo.
De sus primeros logros podemos referirnos a la organización y puesta en marcha de la Secretaría de Seguridad, actividad que demandó un cuidadoso estudio que permitiera cumplir los objetivos de dicha entidad, evitando en su planeamiento desviaciones del sentido administrativo hacia el operativo, invadiendo por ello esferas profesionales de otras entidades, posición de cuidado y responsabilidad por ser la columna vertebral de toda la administración en el tema seguridad ciudadana. Esta prudencia le proporcionó el liderazgo que le permitió coordinar una de sus primeras acciones, como fue la toma del Bronx y la recuperación del sector. La ciudadanía fue testigo mudo de la claridad, profesionalismo y riesgo de esa operación, cuyo éxito se vio amenazado en cada paso al interior del lugar, usurpado por la delincuencia, donde anteriormente se ejecutaron toda clase de delitos y se había convertido en vergüenza ciudadana. Dirigió su lucha hacia los homicidios y logró, coordinando autoridades investigativas y operativas, una sensible disminución, reflejada en las estadística de cada año. El manejo administrativo y la ejecución del presupuesto destinado al apoyo de las instituciones y sostenimiento de actividades operativas para combatir la criminalidad, doy por descontado está a salvo de cuestionamientos. En cuanto a programas preventivos de diferente factura, buscando elevar la sensación de seguridad en diferentes sectores de Bogotá, dejaron en claro el pensamiento eminentemente académico, que direccionaba los esfuerzos al compromiso ciudadano, la organización familiar y el deber docente en la formación de la juventud.
Ahora, que durante su administración, el Doctor Mejía tuviera altibajos y debates con diferentes sectores es el resultado de su gestión, que pudo chocar con puntos de vista diferentes e intereses personales. Gracias Doctor por su entrega, sigue siendo el hombre que conocí, preocupado por la seguridad. Termino calificando de muy lánguida la despedida del Alcalde Mayor, Enrique Peñalosa, para un colaborador comprometido con la administración. Suerte Doctor Jairo García, el tiempo es corto y su compromiso grande.
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