De ordinario nos informamos y admiramos los aspectos positivos de algunas ciudades y regiones del centro del país, y solo percibimos las dificultades y lo negativo de las regiones marginales. Serios problemas y situaciones dolorosas hay en éstas, ciertamente, pero, al lado de ello, si nos acercamos con ánimo desprevenido y ojos que quieran apreciar toda su realidad, advertiremos, también, grandes valores y aspectos positivos.
Ya he destacado, en comentarios anteriores, los valores que hay en La Guajira, con sus paisajes y playas, con sus gentes sufridas que llevan adelante sus dificultades, con valor, con religiosidad bien cimentada por los Misioneros Capuchinos, y, actualmente, por el Clero Secular. Son gentes que desaprueban los abusos de su clase dirigente, dando un balance positivo que reclama de toda Colombia que se le dé la mano a esos hermanos nuestros, tanto indígenas como grupos honrados y laboriosos llegados de otras regiones del país. Algo similar acontece con regiones como Buenaventura, Guapi o Tumaco, que se debaten en grandes problemas en las que hay tantos valores y ánimo de superación, con obispos, sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos, varios de ellos nativos de sus regiones.
Recientemente he estado en contacto con el Chocó, con ocasión de la Consagración Episcopal del destacado sacerdote Mario de Jesús Álvarez Gómez, y su posesión de gran parte de ese departamento (03-03-18), que comprende la Diócesis de Istmina-Tadó. Hay en ese sector patrio dos Diócesis, siendo la otra con sede en Quibdó, al frente de la cual está el dinámico y joven Obispo tolimense Juan Carlos Barreto. Gran participación hubo de obispos, unos 40, presididos por el Nuncio Apostólico Ettore Balestrero, al menos 80 sacerdotes y gran cantidad de fieles laicos, llegados de todo el Chocó y de otras regiones de Colombia. Fervor religioso, acogida en la liturgia de ritmos nativos, compromiso de muchos fieles con la pastoral de sus jurisdicciones, fue algo que se constató en estas entusiastas jornadas.
Tiene la Diócesis de Istmina una segunda sede de Concatedral, en la alegre y bien ordenada ciudad de Tadó, en donde el 4 de marzo se dio especial y solemne presentación al nuevo obispo. La Diócesis fue fundada en 1952 por el gran Pontífice Pío XII, siendo su primer Obispo Mons. Gustavo Posada Peláez, Javeriano, quien la regentó, muy eficientemente por 40 años. Sucesores de Mons. Posada han sido los Obispos Alonso Llano Ruiz (1993-2010), y Mons. Julio Hernando García Peláez, a quien sucede Mons. Álvarez. Tiene, actualmente, la Diócesis, 58 parroquias y buen número de Sacerdotes, herencia, ante todo, de Mons. Posada.
En tres días que permanecí en el Chocó no percibí el ambiente de pobreza y de atraso de que tanto se habla, ni los duros enfrentamientos bélicos propiciados por grupos subversivos que tanto han desangrado esa región del país. Tuvimos calma, cordial acogida y apreciamos una población valiente que enfrenta innegables dificultades, pero con ánimo de superación en todo orden, con lo que logra progreso, con buenos hoteles y una pastoral de la Iglesia Católica, que afronta, con celo apostólico, la problemática del lugar.
El empuje misionero y la santidad de la Madre Santa Laura Montoya, y del gran Obispo, Siervo de Dios, Miguel Ángel Builes Gómez, que hicieron sentir su presencia apostólica en esa región, acompañarán, ciertamente, a Mons. Álvarez, gran devoto de ellos, quien llega con excelente experiencia en Obras Pontificias Misionales a escala nacional, que lo llevarán a una pastoral entusiasta y fervorosa en esa región de nuestra Colombia, con dificultades, pero con fe y entusiasmo cristiano las afrontará. Así se sembrará por poblaciones, forestas y ríos, la “Alegría del Evangelio” pregonada, tan entusiastamente, por el Papa Francisco.
*Obispo Emérito de Garzón
Email: monlibardoramirez@hotmail.com
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