El paso del premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, por Bogotá, en plena jornada preelectoral, dejó provocadoras advertencias sobre el riesgo del populismo. En un conversatorio convocado por el Instituto de Ciencia Política, RCN, NTN 24 y la Fundación Bolívar Davivienda, el escritor habló con franqueza: “Todo puede suceder en el campo de la política”.
Partiendo de su testimonio autobiográfico en el libro La llamada de la tribu, narra su propia conversión del marxismo a la democracia liberal, despertado por sus experiencias y lecturas. Una apuesta político-literaria que le da herramientas de análisis al lector.
Hasta hace muy pocos años nadie discutía en dogma que le auguraba al mundo entero un porvenir comunista, impulsado por el empuje arrollador del marxismo-leninismo, cuyas dimensiones eran tan grandes que alcanzaban para dividir a sus partidarios en varias líneas, y para mantener al rojo vivo las discusiones entre trotskistas y estalinistas. Mientras tanto, las vertientes rusa y china se alejaban hasta quedar tan distantes entre sí como Stalin de Mao o Bretznev de Deng Xiao Ping.
En América, el castrismo, que inoculó la juventud de casi tres generaciones de jóvenes idealistas, creyentes convencidos de la necesidad de revolucionar el continente. Ninguno de nuestros países escapó a esa fiebre, a pesar de los rotundos fracasos en Cuba. La pasión cegaba la razón y los efectos calamitosos para la economía de la isla los sufrieron sus habitantes, sin que sirviera de lección a su entusiasta partidarios que se dejaban crecer la barba y soñaban convertir a los Andes en la Sierra Maestra de América.
Ni el desastre económico que rebajó el nivel de vida de los cubanos, ni el fracaso del Che Guevara en Bolivia fueron suficientes para hacer reflexionar a los jóvenes ilusionaos con la Revolución.
Cuando parecía que esa epidemia adquiría unas dimensiones continentales, la tendencia perdió fuerza, se estancó después y empezó a dar reversa. ¿La causa? Muy sencilla: los jóvenes comenzaron a analizar lo que ya era imposible seguir ignorando, y pronto vino el desencanto. Las rectificaciones no se hicieron esperar. En algunos, la desilusión fue tan grande que pasaron a la carrera al otro extremo y las fuerzas derechistas y de centro encontraron unos nuevos adeptos que, con la fe de los conversos y el empuje de los arrepentidos, enderezaron el camino.
La llamada de la tribu un “libro autobiográfico” en donde con su excelente estilo Vargas Llosa confiesa que “describe mi propia historia intelectual y política, el recorrido que me fue llevando desde mi juventud impregnada de marxismo y existencialismo sartreano al liberalismo de mi madurez pasando por la revalorización de la democracia”
La llamada de la tribu llegará, por sus méritos literarios por la fuerza vital que respira, a una generación de jóvenes de mente abierta, dispuestos a no tragarse enteros los dogmas que pusieron de moda el izquierdismo de sus padres, quienes hoy, por fortuna, ya emprendieron el viaje de regreso.
La inevitabilidad del triunfo comunista quedó sepultada bajo los escombros del muro de Berlín. Y la lucha armada demostró que puede llenar los cementerios pero no conquistar las aulas de quienes prefieren estudiar con libertad para vivir con libertad.
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