Estremecedoras las imágenes de la manifestación de los reservistas de las fuerzas militares y de policía en contra del gobierno Petro.
Esa oración a la patria, entonada desde las fibras más profundas de sus convicciones, fue como un grito de guerra contenido. Un grito de resistencia ciudadana, un "No más" que se propagó como fuego. A cada ciudadano, que venía sintiéndose atemorizado, aislado e impotente frente a las arbitrariedades antidemocráticas del gobierno, le despertaron el guerrero dormido.
Fue una movilización desde las fibras emocionales que culminó con ese "morir por defenderte", que le envió un fuerte mensaje de protección a la ciudadanía.
Pero, después de una sobrecarga emocional viene el bajonazo que lleva al pensamiento sereno.
¿Cuáles fueron las primeras consecuencias?
El presidente Petro no perdió la oportunidad de darse por notificado con el empoderamiento ciudadano y sin ruborizarse escaló la confrontación que quiere provocar, al graduar a los organizadores de golpistas. Llamó al enfrentamiento del pueblo contra el pueblo: "Los golpes de Estado se resisten y se vencen con la movilización del pueblo".
Simultáneamente las milicias volvieron a secuestrar y a humillar a más de 20 militares en el Cauca, quiénes trabajaban en la destrucción de laboratorios de coca. Una clara provocación a esos mismos reservistas y a Colombia entera. ¿Hasta cuándo la humillación-sometimiento de soldados y policías?
La situación escaló. La presión ejercida por los reservistas niveló a las partes en el escenario político. Pero se aceleró el proceso presidencial de justificación del enfrentamiento entre los colombianos. Los demócratas recurrimos al amparo de la ley y las instituciones, pero es claro que desde el gobierno se están combinando todas las formas de lucha. El escenario se calentó y hace muy fácil que surja el pretexto para un desenlace violento, que lo puede provocar cualquiera.
Es hora de escuchar a todos para discernir y serenarnos. Culmino esta columna con dos reflexiones sensatas, de amigos. La de Oscar Ortiz, uno de los promotores de la séptima papeleta, la que dio origen a la Constitución del 91: "Los verdaderos rebeldes en Colombia han sido los ciudadanos que no se han dejado someter por los violentos y que se han sublevado pacíficamente. A las bombas respondieron con la Séptima Papeleta. Al propósito de demoler la democracia... le respondieron con la Asamblea Nacional Constituyente; con la Constitución de 1991; con las marchas del No Más; con el Mandato Ciudadano por la paz, la vida y la libertad; con su asistencia a las urnas para elegir sus autoridades; con la impresionante marcha del 4 de febrero de 2008 contra las Farc; con su determinación popular en el plebiscito del 2 de octubre de 2016".
Y la reflexión de Tulio Hernández un sociólogo venezolano que ama a Colombia:
"Desde mi mirada de alguien que perdió todo, su casa, sus bienes, su país, lo único que imploro es que haya una tercera opción que no sea la guerra que se está cocinando. Les pido que seamos serenos, brillantes, altruistas, generosos, con visiones de largo plazo. Y, lo que más cuesta, con una revisión, como individuos y como colectivos de lo que hemos hecho mal. Porque si fuéramos ángeles de la bondad las mayorías no hubiesen tenido la desafección con la democracia que les corroe el pecho como un guayabo mexicano con música del Norte".
Los ciudadanos demócratas se despertaron. Esas nuevas mayorías reclaman líderes prudentes y sabios que no recurran a la violencia y le apuesten a la esperanza.
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