“La gente no está interesada en la verdad igual que antes. Están encerrados en una ideología”, eso fue lo que dijo Bernstein, el periodista investigativo que destapó junto a Bob Woodward, el escándalo de Watergate que terminaría con el mandato de Richard Nixon.
Infiltrar, es el mecanismo utilizado para obtener información de forma directa, introduciendo algún agente sea físico o virtual en una institución, plataforma o individuo, etc. En política es una práctica común, pero a la vez, muy peligrosa, oportunista y que va en contra de las buenas prácticas en lo absoluto.
Así que, cuando se alcanza a escuchar en el extranjero, por ejemplo, que, en Colombia, el “Pacto Histórico” de los Gustavos, Roy Barreras, Armando Benedetti, etc., está infiltrando a la campaña opuesta a la propuesta del socialismo del siglo XXI, las alarmas se encienden y es que deben encenderse, pues hay un caso de corrupción y de criminalidad en general dentro de la vida nacional y electoral, de cara a tan solo días de las presidenciales.
Además, es clara e inexpugnable la evidencia. Gustavo Petro en tarima, tal vez en estado de alicoramiento de nuevo de hecho, confiesa sin ningún remordimiento ni pena que “sí han infiltrado las demás campañas presidenciales para “cazar” compradores de votos”.
El Pacto Histórico, entonces deja claro que es un movimiento mafioso inclusive, que comete y está dispuesto a cometer cualquier ilícito con tal de vencer a sus “enemigos”, más que opositores.
La democracia colombiana no está en juego, está en peligro. Sin embargo, hay “bienintencionados”, aunque el adjetivo correcto sería el de cándidos, que creen o suponen que todo seguirá igual. Y, de seguro, seguirá igual el nivel de corrupción, crimen y demás atropellos a la sociedad, incrementados en hasta más de un doble.
Infiltrar, en este caso, es lo mismo que robar, secuestrar y engañar o estafar al pueblo colombiano. Es mucha más la gente que entiende quien es el “Pacto Histórico” y claro está, sus representantes. Pero, la maquinaria de la desinformación y engaño, junto con la estrategia de demagogia y populismo barrial, están fraccionando al país a términos ya no comprensibles.
Gustavo Petro, no tiene problema en comparar el carbón con la coca, los aguacates con el petróleo, la economía con los saberes ancestrales de Francia, su más que fórmula presidencial, estrategia de captación del voto minoritario afro, junto al voto mayoritario femenino, sumado a otras minorías en la mira como la LGBTQ.
La compra de votos que tanto achaca Petro a los demás contendores no es más que una cortina de humo que crea para ocultar las infiltraciones que sus camaradas están llevando a cabo, más la posible compra de votos que su partido si estuviese adelantando. Sumado a esto, alertar de forma previa a las elecciones, supuestos fraudes, solo demuestra su ansiedad por tomar el poder con la mayor prontitud sea por la razón o por la fuerza. Petro nos propone un cambio, el mismo cambio que propuso Fidel en Cuba, Chávez en Venezuela, y ahora; Castillo en Perú, López Obrador en México y Boric en Chile.
Tal parece que no puede Hispanoamérica desligarse de su origen, así Ramón María del Valle-Inclán lo dejaría condenado a esta frase: “En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo”.
@rosenthaaldavid
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