En este trimestre que pasó, las inversiones directas extranjeras aumentaron en más de un 25% respecto del año anterior en Colombia. La extrema derecha había pronosticado justo lo contrario, amén que le atribuían poderes de Superman al presidente Petro al entregarle la responsabilidad universal de las oscilaciones del dólar. Y este ha venido cayendo con respecto al valor del peso en este año. La razón es que los balconazos verbales y los tuits de Petro son solo eso.
A menudo, los ojos internacionales son más sensible que los cíclopes del partidismo criollo. Y arriesgan su dinero en lo que otean. A sabiendas de que no hay nada más cobarde que un dólar.
Las alharacas del fiscal y su show mediático de sacar a su familia de Colombia por la inminencia de una dictadura, se zanjó con una discreta reunión entre las altas cortes y el ejecutivo, en la cual el presidente reconoció lo obvio: la autonomía de los poderes públicos. Es el ABC de la realidad jurídica. Cosa que olvidan los que dan por averiguado que el fenómeno Petro es un calco del caso venezolano. Cuando es difícil hallar algo menos semejante en el desarrollo de ese espectro desde el virreinato granadino y la capitanía venezolana, hasta nuestro presente. Petro fue posible precisamente por la justicia nacional e internacional que impidió su “defenestración” de parte de un procurador, cuando Petro era alcalde de Bogotá. Y él lo sabe bien.
En nuestro devenir, el ejército se ha mantenido por lo regular apartado del activismo, más ahora que tiene a sus espaldas el genocidio histórico ocurrido bajo la administración de Álvaro Uribe. Infamia que crecerá “como crece la sombra cuando el sol declina”, parodiando el poema a Simón Bolívar. Y por supuesto la justicia sigue los rastros de los más de seis mil cadáveres de gente inocente.
Las propuestas del actual gobierno pueden ser buenas o no, como las de cualquier administración. Supongamos que la de la salud y la del trabajo crearán más problemas de lo que resuelven. Pero tienen que ser aceptadas por el congreso, senado y cámara, para salir como ley ordinaria. Y luego deben ser aceptadas por otro poder aún más independiente, el de la Corte Constitucional, Corte que define si estas se rigen o no se rigen por la Constitución del 91.
A la de salud le encuentran defectos de ese estilo. Pero la balanza de los poderes se mantiene, continúa el juego democrático que en las elecciones regionales de octubre quizá no sea favorable al gobierno debido entre otras a la inflación de precios que nos agobia, y al déficit fiscal creado por el populismo de derecha del anterior gobierno y sus absurdas subvenciones a la gasolina. En cuanto a la balanza del poder el país mantiene instituciones sólidas, más reconocidas en el exterior que en el interior. Y de ese modo puede enfrentar este cambio bueno o no pero que es una demostración de respiro democrático.
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