Todos los colombianos estamos pendientes de cómo va la paz total que en varias oportunidades he manifestado yo llamaría ‘paz integral’, como me parece que es más inclusiva o, adicionalmente, porque sobresaldría con más claridad que debe ser tomada como política de Estado y, así mismo, con la participación de toda la ciudadanía.
Hay errores cometidos que se podrían salvar si se corrigen a tiempo, pues de lo contrario pueden llevar a una nueva frustración con consecuencias fatales o graves para el país.
Uno de ellos es la manera como se han venido decretando o anunciando ceses al fuego y de hostilidades. La regla más importante y de primer orden en un cese al fuego es que sea producto de una negociación que implique un paso adelante en la terminación del conflicto. Una segunda, aunque no menos importante que la anterior, es que esté acompañado de un lugar o lugares de concentración; y una tercera, que haya un mecanismo de verificación.
¿Por qué digo lo anterior? Porque los ceses al fuego decretados que no tienen esos tres elementos lo que producen es la inmovilización de la fuerza pública que, por miedo a ser responsable de una violación del cese al fuego, lo actúa o se vuelve simplemente testigo de lo que pase en nuestro país y lleva de inmediato a que el narcotráfico se tome los territorios, lo que es muy grave tanto para la realidad nacional como para la imagen internacional.
Adicionalmente esto también puede llevar a seguir empeorando los niveles de inseguridad que estamos padeciendo tanto en las ciudades como en el campo y así la ciudadanía va perdiendo credibilidad en el proceso que requiere el mayor respaldo del pueblo colombiano.
La paz debe ser con y para todos los colombianos. Con los grupos alzados en armas se puede llegar a lograr una terminación del conflicto armado, pero eso tiene que llevar al Estado a tener la visión clara de que si no se hace presencia social e institucional de su estructura en todo el territorio nacional se descompondrá muy rápidamente aún más la seguridad.
El ejemplo lo tenemos con las consecuencias ante la falta de acción del Estado en las zonas que supuestamente se benefició del acuerdo de paz con las Farc. Al no llegar a esos lugares donde antes actuaba esa guerrilla, pronto grupos al margen de la Ley las coparon y las gentes que las habitan están viendo hoy como de nuevo hay enfrentamientos armados, asesinatos y desapariciones.
En la política se dice que cuando alguno abandona posiciones, otros muy rápidamente cubren ese vacío. Igual sucede el conflicto que por tantos años hemos vivido los colombianos.
Para terminar, un pequeño comentario sobre los últimos acontecimientos de lo sucedido con el hundimiento de las reformas presentadas por el gobierno del presidente Petro. En varios lugares he escuchado como algunos políticos analizan el tema. Yo discrepo de muchos de ellos. La razón es simple. Él análisis que hacen es como si lo estuvieran haciendo con un gobierno tradicional y en mi concepto, es diferente.
Evidentemente es una derrota que ha sufrido, pero antes que aceptarla lo que en mi concepto va a suceder es que se polarizarán más la posiciones. Estoy seguro que lo vivido llevará a dinamizar la agenda política del gobierno frente a sus electores y se volverá un objetivo para las campañas electorales que se avecinan para elegir mandatarios y dignidades locales.
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