LEER ACUERDOS CON MENTE ABIERTA
Construyendo la paz

Lo que ocurrió esta última semana, que no es otra cosa que la terminación del conflicto armado con las Farc, es un hecho histórico que debe producir emoción en todos los colombianos y más aún en aquellos que después de tantos años de violencia, de una u otra manera, en el transcurso de su vida han trabajado en el propósito de conseguir la paz. A todos nos hubiera gustado ser protagonistas de este acuerdo final. Pero no podemos, por el solo hecho de no haberlo sido, ser egoístas ni mucho menos mezquinos. Aplaudo el esfuerzo del Presidente de la Republica y de todos los que trabajaron sin descanso en esta dura y a veces incomprensible tarea; gracias a su dedicación, paciencia, inteligencia, responsabilidad y decisión lo han logrado.
En el transcurso del proceso escribí muchas veces sobre lo que consideraba eran desaciertos y equivocaciones, pero siempre con un ánimo constructivo y no destructivo y bajo la firme convicción de que poco bien le hacía al proceso los unanimismos. Quien aspira a unanimismos no es amigo de perfeccionar o mejorar y ese jamás ha sido mi talante. Entiendo que la mayoría de colombianos desearía que el resultado de la terminación del conflicto hubiera sido que quienes estuvieron por fuera del Estado de Derecho terminarán en las cárceles y se les aplicará todo el peso de nuestro código penal.

Sin embargo, a pesar de tantos muertos y derramamiento de sangre de ambas partes, la terminación se ha dado a través de la negociación política y por tanto había que ser ingeniosos en las salidas. De allí que hubiera sido necesario establecer la justicia transicional, permitir la participación política de quienes renuncien a la insurgencia y acordar ciertos puntos necesarios para el desarrollo armónico del futuro de Colombia. Pero hay algo que es necesario entender: la paz no es únicamente firmar el acuerdo con las guerrillas, sino que debe conseguirse entre todos y para todos los colombianos.
Para lograr la verdadera paz es fundamental llevar los servicios básicos que debe ofrecer un Estado, como lo son la salud, la educación y la vivienda, a todos los colombianos. Será necesario lograr una incorporación, tanto geográfica como económica y social, el desarrollo de todas las regiones de Colombia, derrotar la corrupción y la impunidad y recuperar para las instituciones el monopolio de las armas, entre otras cosas.

Ahora, después del acuerdo sigue algo crucial y más difícil; su implementación. Surge la necesidad de materializar los acuerdos logrados, para lo que se requieren todos los colombianos, porque la paz es de todos. A partir de ahora debemos enfocarnos en su cumplimiento y en la incorporación de todos los colombianos a la vida económica, política y social. Sólo así se estará construyendo la verdadera paz. No olvidemos que aún hay trabajo por delante, el ELN y las bacrim siguen en armas, un tema que no podemos descuidar.

Finalmente, el Gobierno ha puesto a consideración de la ciudadanía el pacto logrado; un punto en el que yo he venido insistiendo, porque el plebiscito debe ser el fruto del voto a conciencia. Puede ser que al leerlo tengamos dudas, es muy fácil criticar sin haber participado en la difícil negociación. La invitación que les hago a los colombianos es que estudiemos los acuerdos con mente abierta y pensando en el futuro, sin el rugir de los fusiles, lo que hará un país más viable para las futuras generaciones. Si no tenemos la capacidad de perdonar, estaremos destinados a ser inferiores a la responsabilidad de la hora que nos ha correspondido vivir.