Qué triste es ver que aunque el Gobierno promete a los colombianos y a la comunidad internacional que hará todo lo que esté a su alcance para bajar los cultivos de hoja de coca, el comportamiento es absolutamente contrario.
Al iniciar el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos en Colombia contábamos con una cifra, no despreciable, de aproximadamente 44.000 hectáreas sembradas de hoja de coca. Hace menos de un año nos escandalizábamos al ver que esos cultivos habían subido a más de 180.000 hectáreas. Fue entonces que se presentó el compromiso del Gobierno para, en menos de seis meses, lograr reducir la cifra. Sin embargo y por el contrario, vemos que ha incrementado ya a más de 220.000 hectáreas; esto es cinco veces más de la cifra con que arrancó su mandato.
¿Cómo es posible que se haya generado semejante aumento? ¿Qué está pasando? No me explico qué sucede con el compromiso del Gobierno. Que la cifra se hubiera mantenido sería quizás más fácil de explicar, pero que haya crecido en tales dimensiones es absolutamente inentendible.
Por su parte, la comunidad internacional está atenta a esta situación y en Estados Unidos hay un gran descontento con la situación en materia de cultivos ilícitos y producción de cocaína en nuestro país. Las consecuencias seguramente no tardarán en ser anunciadas. Mientras tanto no vemos que en Colombia se abra, en debida forma, un debate sobre esta situación. Ojalá todos los colombianos no resultemos aún más perjudicados por este escenario. Esperemos que no inicie un nuevo periodo de exigencias de visados en aquellos que por fin habían dejado de exigirnos tal requisito. Esperemos también que en aquellos donde aún nos exigen mil trámites no aumenten los requisitos y controles.
Sería realmente triste que volviéramos a ser unos parias internacionales por cuenta del aumento en la producción de estupefacientes. Pareciera que todo empeora; los cultivos de coca, la inseguridad en las ciudades, los robos de vehículos y la incertidumbre nacional continúan aumentando.
No se trata de hacer una relación de hechos negativos, pero pareciera que en este Gobierno no hubiera conciencia de lo que nos está aconteciendo.
Mientras tanto, vemos al Presidente viajando a distintos continentes por cuenta de nuestros impuestos para en unos casos despedirse, en otros entregar premios de paz y en algunos otros en visita oficial de un Presidente que está de salida, mientras tanto los temas internos están en llamas. Hasta la Iglesia está dividida por cuenta del caso del señor Santrich. No quiero ni imaginar qué pasaría si los presos de Colombia tomaran como ejemplo este caso y entrarán todos en huelga de hambre. ¿Habría tantas casas religiosas para alojarlos? No podemos dejar que estas situaciones se repitan en el futuro.
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