El asesinato del candidato a la presidencia del Ecuador, Fernando Villavicencio, por cuenta de Los Lobos o los Choneros, aquellos miembros del Cartel de Nuevo Jalisco y estos compañeros de los de Sinaloa, no fue bien “jotiada” por la prensa de ese país sudamericano.
Villavicencio, periodista y comentarista, se presentó a sí mismo como un frentero a los bandidos, a quienes retó en medio de un ambiente francamente simpático. Los seis colombianos, perdón cinco, que fueron capturados a las pocas horas con armamento sofisticado, nos deja mucho que desear.
Si así fuera en nuestro país, la demora se explicaría por la lentitud de nuestro aparato de justicia y por supuesto en la vueltas y revueltas de nuestro sistema político.
¿Quién asesinó a Jorge Eliecer Gaitán y quién a Luis Carlos Galán? Preguntas sin respuestas claras y dicientes. A aquel lo asesinó un tal Roa y a éste lo asesinó un motociclista.
Así pues, que a Fernando Villavicencio lo pudo haber asesinado uno de los presuntos miembros del clan de los colombianos que campean por allá. Aquí, en Colombia, estaríamos averiguando quién lo asesinó y por supuesto, quien carga la culpa.
En vivo y en directo, como fue el atentado: ¿Y si a Villavicencio no le metieron tres tiros en la cabeza? ¿Y si a Villavicencio no lo mataron en el atentado? ¿Y sí Villavicencio no murió y por el contrario sobrevivió al atentado? A decir verdad, ninguno de los colombianos tiene pinta de un francotirador y ninguno, sobre todo esto, ninguno tiene la tranquilidad de un “sniper”.
Yo los conozco muy bien. Estuve con ellos en su escuela: “one shoot one killed”, “un disparo y un muerto”, reza su lema básico en la entrada de su escuela. ¿Tres disparos en la cabeza? Ummmmm…
Ahí les dejo la inquietud.
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Por ahora volvamos a la cruda realidad criolla. Son tantas las misteriosas desapariciones de nuestro Presidente, que todo el mundo se pregunta ¿En qué andará nuestro Presidente?
¿Y si Petro fue a Barranquilla a pedirle a su hijo, no que lo perdonara, sino que no fuera a soltar la lengua?
Las dudas y preocupaciones son varias, al punto que la oposición ya ha pedido una evaluación a los médicos de cabecera del jefe de Estado y así podrá develar sus secretos, que, por supuesto, no incluye tantos como quisiéramos, sino algunos relacionados con su salud que son tan privados como su vida y sus ausencias pasajeras que no forman parte de su presencia.
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