Al inicio del gobierno de 1998 la dirigencia del país estaba dividida por el ingreso masivo del narcotráfico en la elección anterior de Ernesto Samper. La situación regional parecía también favorable a las Farc, varios países de América Latina estaban en franca rebelión ante la errática política internacional de Bush. Y la guerrilla calculó que podía ganar la guerra interior ante una élite que a veces negaba la existencia misma de ese conflicto. Así las cosas, el presidente Pastrana buscó un acuerdo como una medida sensata, cuando la correlación de fuerzas no le favorecía.
Logró el apoyo de amplios sectores. Cedió una amplia zona del Caguán como lugar de reunión, que opositores como Uribe comparaban al tamaño de Suiza, pero como lo determinante en una negociación no es el tamaño de la mesa, el asunto continuó. A esa cita Tirofijo no asistió creando el modismo de la silla vacía. La guerrilla continuó su escalada de secuestro, incluso de aviones, y asesinatos a personas claves. Hasta que la negociación colapsó. Ahora el expresidente da un giro, justo cuando lo que él soñó se ha pactado. Y prefiere ser el segundón de los enemigos del acuerdo.
La agenda de Pastrana para la negociación en el Caguán, tenía 12 puntos. No se los infligiré al lector pero si recordemos el ítem 3.2: Redistribución de la tierra productiva. El 5.1: Revisión del modelo de desarrollo económico. El 6.1: Reformas a la Justicia. 8.1: Reformas al Congreso. El 10: Fuerzas militares. El 10.3: Combate a los grupos de Autodefensa. El 11: Relaciones internacionales. Y el punto 11.3 sobre la Deuda externa.
Ante el auge guerrillero no había muchas alternativas en ese arte de lo posible que es la política. Vino entonces el gobierno de Uribe y a un alto costo en derechos humanos y con apoyo de los paramilitares revirtió la correlación de fuerzas, gracias entre otros a la ayuda internacional logrado por Pastrana con el Plan Colombia.
Entonces Uribe violó la Constitución vía el cohecho en busca de su reelección. Su ministra de guerra daba por averiguado que exterminaría a las Farc en un par de años. No lo lograron y en el último año de ese gobierno las atrocidades inimaginables en la historia de cualquier país con el eufemismo de “falsos positivos”, acrecieron a las Farc una vez más. Hoy la negociación es un hecho cumplido, y el expresidente prefiere cambiar de caballo antes de la meta. Está cambiando el Caguán por Waterloo.
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