El dilema de vivir o morir

Gran debate por la eutanasia, la decisión personal de morir. Se está discutiendo si legal y moralmente la muerte asistida es conveniente para la sociedad. Según mi criterio, la eutanasia es un crimen que la persona comete contra sí misma y, es más, en complicidad con quien lo ejecuta, sea personal médico o enfermero. La vida es sagrada, es lo único que tenemos, pero no somos los dueños. Dios nos la da y Él nos la quita, a cada cual en su momento. 

Se ha legislado sobre el asunto y la Corte Constitucional lo ha concedido a personas terminales que ya no tienen ninguna esperanza de vida, lo cual es entendible, aunque personalmente no lo comparto por mi condición cristiana. Pero una cosa es desconectar a un paciente vegetativo, aunque en algunos casos está comprobado que personas con años de vida artificial o en coma han regresado, pero otro caso son los que cuentan con esperanza de vida, así tengan enfermedades progresivas como el caso de la señora de Medellín, quien plácidamente deseaba morir con el auspicio de su esposo e hijo. Legalmente esta muerte fue suspendida por no cumplir con los requisitos, pues la señora aun goza de salud física y mental, aun su enfermedad degenerativa, lo que no le daba licencia para ser sujeta a eutanasia.

Ahora bien, veamos porque moralmente esto no es aceptable, debido a que a motu proprio nadie está llamado a ser su verdugo. Si esto fuera así, el suicidio sería valido, o bien pedirle a otra persona que lo liquide porque está sufriendo por distintas causas, sean dolores físicos, situaciones degenerativas o psicológicas. La persona no quiere vivir más y la salida más fácil es terminar con su vida. La señora de marras se encuentra en buen estado, vital, es alegre, sonríe y puede vivir algún tiempo más, puede ser útil a su familia o a la sociedad, puede alcanzar mayor satisfacción personal por superación, como ha sido el caso de muchas personas en condiciones infinitamente peores que parecieran haber perdido su esperanza de vida. Cuadripléjicos, enfermos de poliomielitis, lupus o Alzheimer, la misma esclerosis, psicopatías y tantas enfermedades progresivas que existen o existieron como la lepra. Total, que el padecer de algún mal no es asunto para autoliquidarse.

De otra parte, si la ley autoriza casos como el de la señora en cuestión, es abrir una brecha gigante para que todo aquel que sin ser enfermo terminal, acuda para que legalmente le concedan el suicidio asignado al concepto de eutanasia.

Estamos en una época en que la vida está devaluada, ya no se respeta, donde por robar un celular o unos pesos se mata, como también para que sea la ley quien avale la muerte a voluntad de la persona. Ahora la señora que quiere morir hace uso de la tutela para que autoricen matarla, es decir que lucha por morir, mientras miles y millones luchan por vivir. Que más vale entonces: vivir o morir.

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