La política colombiana

En Colombia la política se encarga de convertir las situaciones en algo más complicado de lo que en realidad son. La política es el medio utilizado por varios actores para promover sus intereses personales por encima de los generales. Además, una visión muy distinta es la de un militar o exmilitar a la de un exparamilitar y exguerrillero, sin embargo, todos defenderán haber sido parte de una ideología o de una doctrina, que a su vez fue un medio para conseguir sus más inmediatos fines.  

La mafia por su lado no pierde el sentido predominante en el terror que ejerce en lo que para su accionar es necesario para su supervivencia, permeando la política desde su auge en una maquinaria siniestra y demencial. Por desgracia, la influencia del terror y de la mafia, con todo lo que significa, ha afectado en demasía a la política colombiana.  

Asimismo, la esperanza en la política colombiana está en una constante perdición, pues desde el país nacional hay descontento y desconcierto, a lo mismo, fuera del país, en el exterior hay una decepción maximizada de lo que es y en lo que puede convertirse la nación y su política. Y aún más grave, no hay soluciones a la mano, no hay salidas.  

Un candidato de la ultraizquierda, del radicalismo, del cavernalismo, de la desfiguración social, pretende hacerse con un país que es rico como ningún otro, pero que, por gran pesar de casi todos, convive con una serie de problemas, unos peores que otros. Un caos que desde el gobierno pasado se construyó, convergiendo en un sinfín de problemáticas que en el actual periodo no se logran solucionar y que de seguro no va a poder solucionar por su ineficiencia, alta burocracia y por sobre todo falta de carácter y decisión. 

Un escenario anunciado podría revelarse ante la falta de sensatez de los tal vez pensantes, y un desafío con tintes amargos se vería asomarse a la caída tal vez inminente de un Estado insípido. En el exilio se verán los rostros hambrientos de los ciudadanos dormidos ante tal magnitud de vento. Quiera Dios que no. 

Pero debería quedar un aliciente aun latente frente a la feroz potente faena. Un desafío irresoluble o una indómita contienda que ponga en tablas la ocasión. Así la política colombiana podría al menos renacer dentro de las tinieblas a las que en su historia ha estado riada.  

Pueda ser que sin pena ni gloria, también una pesadumbre, si bien mimada, si bien celestina, logre que esta justa de la densa política pueda dar a parar en alguna resolución. Lo que está en juego es más que lo que se perdió y menos que lo que se perdería.  

En conclusión, la batalla debe continuar, deberá mantenerse, podrá tener resultados positivos, querrá definir la contienda y no deberá resignarse entre lo que pueda resultar o entre lo que deba resultar, ante todo una invaluable pendencia enérgica y prometeica. 

@rosenthaaldavid