Recuerdo las palabras del presidente Santos en una entrevista que le decía al periodista: “No voy a subir los impuestos, si quiere se lo firmo en piedra o mármol”. Bueno, de eso hace algún tiempo, las cosas han cambiado y ahora no pudo sostener sus afirmaciones. Pero el asunto no es una reforma tributaria, no es tampoco subir impuestos, el asunto es quienes serán los afectados y ahí viene la sorpresa: la clase media, la masa poblacional mas critica, la que menos recursos y apoyo tiene, la que mas se esfuerza por sobrevivir, porque los pobres gozan de subsidios, protección del Estado, sus necesidades son menores y los ricos, ricos son y de cualquier manera siempre tienen medios suficientes para defenderse, quizás dejen de ganar un poco mas, pero eso se compensa con los alivios tributarios de la nueva reforma, pues el Gobierno les baja del 47 al 32% su gravamen de impuesto a la renta, mientras que el IVA sube del 16 al 19% y quien más lo siente es la clase media, es decir los consumidores en potencia.
El principal motivo para la reforma es lograr financiar el posconflicto y será la clase media colombiana quien lo pague. Los ricos no lo harán, pues otra de las medidas de esta reforma es quitar el famoso impuesto a la riqueza que fuera colocado en este mismo Gobierno y más bien cobrar un impuesto a los dividendos lo que suavizaría la carga fiscal a los ricos. De otra parte los pobres no pagarán impuestos, pues ellos no acceden a ingresos superiores a dos millones setecientos mil pesos mensuales, mientras que la gran mayoría de la clase media se encuentra sobre esos rangos, un poco más allá de treinta y dos millones de pesos anuales de ingresos, pero son ellos justamente quienes más sentirán el costo tributario.
Es comprensible que el Estado requiera de recursos para cubrir el presupuesto nacional, pero la verdad sea dicha es que los boquetes mas impresionantes vienen de la corrupción administrativa, de los sobrecostos de las obras, los contratos, las coimas, los desperdicios de adquisiciones inútiles y en fin tanto despilfarro que asfixia la economía del Estado y por lo tanto ese altísimo porcentaje termina siendo cubierto por los contribuyentes, quienes tienen que soportar el peso económico de la indolencia administrativa.
El proceso de paz será una realidad, es un propósito del presidente y difícilmente permitirá que se le derrumbe, de ahí que dinero es lo que requiere el Gobierno y dinero conseguirá, lo sacará de los bolsillos de la gran mayoría y esta es la clase media que será la más afectada.
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