Luego de elegir Congreso, la otra cara muestra un panorama de promesas y alianzas de partidos para la conquista presidencial.
Son alianzas de las que se desconoce, si tienen pilas de larga duración; de lo contrario, antes de cuatro años, se revientan en el Congreso y de pronto, en el próximo Gobierno, cuando el ganador suba la temperatura de mando.
En medio de cifras logradas por los colores del partidismo, los ganadores y, los medianamente ubicados en Senado y Cámara, salieron en sus declaraciones, a anunciar que legislarán con autoridad fuerte para imponer orden.
Desde luego, para un cambio de fondo, con justicia y rigor, el punto de partida es ése, pero no el único; A gritos y fuerza, ya no se manda.
Entre tanto intensifican las promesas en bandeja; estarán hasta la elección presidencial. Todos dicen tener pulso necesario, para hacer girar el país sobre aire limpio de todo.
Después del 7 de agosto la novela cambiará, tras sostener el Gobierno de turno que, los ajustes necesitarán tiempo. Después se diluye el entusiasmo o se esquiva con sutileza.
La ciudadanía, más que mano dura, aguarda reordenamiento nacional, encabezado con desarrollo social, trabajo, educación, salud organizada y economía equitativa, ante la sequía en oferta de empleo.
Ojalá el Congreso vea que la vida colombiana, urbana y rural, están cada vez integradas en un solo circuito de inversión, producción, consumo y aporte valioso al Producto Interno de la nación (PIB).
El país, sin duda, deberá tener en cuenta necesidades internas de ciudades, poblaciones y regiones, donde habitan casi 50 millones de colombianos, y no los analistas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
Cuando gremios empresariales y distintos centros de estudio económico del país reconocen que la política tributaria debe revisar el IVA, o el esquema que lo compone; a los tres o cuatro días, Fondo Monetario o Banco Mundial, reaccionan rechazando cambios.
Dicen con cifras imaginarias para 2.019 o 2,020, que serían gravosas para el país. Y ni hablar de lo que dirán, con el manejo de deuda externa.
Así se escribe el libreto de ministros de Hacienda. ¿Miedo o compromiso de gobiernos nacionales para no apartarse de dictámenes del exterior?
Ese mismo aire sopla con fuerza si se intenta revisar política laboral, sistema pensional o escala salarial para el trabajador colombiano, en tanto que las reacciones, son como si los colombianos, vivieran en Norteamérica o Europa.
Años acumulados en periodismo enseñan que estos temas son siempre rechazados por los organismos internacionales de la economía comprometida.
Mejor recordar que Colombia, democrática y autónoma, está en su derecho para ajustar sus plataformas económicas y sociales, sin someterse a exagerada dependencia externa.
Por eso esperamos, un país para todos, sin enfrascarnos en hablar de derecha o izquierda que polariza más.
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