Los candidatos en la pista de carreras para sumar votos, centran proyectos en lo nunca aplicado en el país. Todos anuncian “educación gratuita, como propósito nacional”; es bandera con aparente atractivo y, no pocos interrogantes esperando cumplimiento.
Se supone, según lo afirmado por los aspirantes, en intervenciones directas y debates, que la gratuidad irá desde preescolar, primaria y secundaria en planteles oficiales de ciudades y poblaciones.
Y van más allá, al ofrecer en universidades públicas, carreras profesionales, también gratuitas. Esta propuesta fue contemplada hace varias décadas, pero ningún gobierno se le midió a establecerlo.
Cualquiera que sea el modelo, requiere de fondo un piso firme de financiación proyectada con flujos permanentes para irrigar el dinero que sin duda, será producto de cambios en planeación económica del Estado.
Esta intención meritoria y anhelada por distintos medios ciudadanos, parece más una fachada para mover las urnas, en las dos vueltas a la presidencia. De todas formas, es una idea más elevada, que un globo atractivo, a campo abierto.
Por los costados, aparecerán las comisiones económicas de expertos y de encomenderos, para estudiar la conveniencia de la propuesta.
Esos estudiosos se opondrán; dirán que lo gratuito, no es garantía para respaldar lo científico y tecnológico, áreas que considerarán que exigen destinar altos recursos financieros.
Con absoluta certeza los ciudadanos menos creyentes preguntarán cómo el nuevo gobierno obtendrá ese capital para sostener el globo en el aire de la Colombia desordenada; y no faltarán los críticos al sostener que es proyecto, con inequidad frente a los privados, para argumentar demandas.
Pensando bajo aires limpios y lejos de corrupción, al valorar la gratuidad educativa, el Gobierno podría implementarla con base en reordenamiento tributario por regiones, para dirigir financiación a planteles municipales y departamentales.
Eso significaría más responsabilidad regional, y no como sucede con el actual manejo de regalías. La iniciativa no puede olvidar soluciones laborales urgentes, como la creación de una estructura salarial sólida para docentes, quienes con frecuencia recurren a paros, por incumplimiento de acuerdos.
Y se necesitará inversión más alta para la escala de catedráticos, con títulos y especialización para educación superior en universidades públicas. Además, dinero para el sostenimiento de las instituciones, incluidos funcionarios administrativos y de servicios.
El nuevo Gobierno no puede desconocer que se enfrentará de manera paralela, a la emergencia para restructurar la Salud y, culminar obras en servicios públicos, entre otros, como los de regiones golpeadas por el invierno actual.
Los candidatos deben pasar del globo imaginado, a una nave segura, para aterrizar en la realidad. Desde el 27 de mayo quedan comprometidos a firmar, simbólicamente, acta con lo propuesto en campaña. Si el ganador incumple, es deuda con el país.
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios