Esta elección de Gobierno refleja panorama con más nubosidad que luz; aún con optimismo y tesón creativo logrado de manera parcial, en Colombia predomina obsesión con el pasado, al pensar cómo actuar a futuro.
Pareciera que el entorno no da espacio a los candidatos para desarrollo de puertas para afuera, porque se piensa que el pasado fue mejor en todo.
Es lógico, en cuatro años un país presionado por todos los costados, sociales y económicos, difícilmente alcanza grandes ejecuciones para más de cinco años.
Las falencias estatales, gubernamentales, administrativas, económicas y sociales, provocadas por la violencia armada en cinco décadas, dejaron en paralelo, contaminación politiquera y virus corrupto.
Los candidatos con opción de ganar, según encuestas, tienen coincidencias en los proyectos, así hablen de estrategias diferentes; se ratifica que la pesada carga para lo inmediato, no da tiempo para más.
Que habrá reforma constitucional, apretando la batuta de la Justicia. Ajuste económico, con menos tributación y seguridad jurídica, para hacer empresa y, que la salud, tendrá revolcón sin manos corruptas. Además, Agroindustria, a todo vapor.
Se promete enfrentar delincuencia, erradicación y despachos de coca; delitos que le mantienen a Colombia, etiqueta narco en el exterior.
Los aspirantes están obligados a aliviar o eliminar cargas porque aumenta la desembocadura de la catarata delincuencial desempleada, en rebusque por las calles.
Es Colombia, empujando una carreta, con lo bueno y lo malo para reordenar y crear justa distribución de beneficios requeridos en estratos bajos y, hasta medios, merecedores de encontrar camino al progreso.
El mandatario elegido estará obligado a mitigar problemas que afectan a hombres y mujeres de todas las edades y sectores sociales, buscando vivir.
Sí el elegido cumple el 60 por ciento prometido para despejar focos que han oscurecido al país, obtendrá puntaje de buen Presidente.
Sería ángulo positivo que tuviese realización equitativa y, sin populismo; con criterio de Nación, podrá corregir defectos sin tormentas.
Nadie reclama emprendimiento y educación para Ciencia, Tecnología e Investigación, en este país con 208 años de vida republicana, que deberían estar en mayoría de universidades públicas y privadas, sin caerle siempre a -Icetex- para ir al exterior.
El periodista Andrés Openheimer, preguntó -en CNN- a Bill Gates ¿Por qué razón no hay un Bill Gates latinoamericano?
- “En esos países, la financiación privada ve la innovación, costosa y lejana; además las burocracias estatales exigen tantos trámites, que los emprendedores desisten”-
Pese a tener Colombia universidades con reconocimiento internacional, el medio financiero de aquí no gusta de lo futurista, prefiere lo rápido, por apetito de negocios bien servidos.
El ideal sería mirar adelante con seriedad para exportar inteligencia, preparada primero en emprendimiento y tecnología. Por eso el comercio de San Victorino es ahora el -Gran Centro Chino- con 80 locales asiáticos.
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