Según el reporte Talent Attractiveness 2023, Colombia no es atractiva para el talento (https://www.oecd.org/migration/talent-attractiveness/).
El mencionado informe integra ocho variables que permiten identificar brechas estratégicas. Para empezar, desde la perspectiva de los Profesionales Altamente Calificados, nuestro país ocupa la trasantepenúltima posición, y, tomando la referencia de los Emprendedores, la penúltima. Respecto a las dimensiones, en Calidad de Oportunidades ocupamos el peor quintil, supuestamente superando a Alemania y Países Bajos.
Convengamos que algo está mal con el modelo o los datos, pues las anomalías persisten, filtrando por Ingresos e Impuestos. Esa secuencia de absurdos me desalienta a continuar detallando los registros, que incluyen evaluaciones para Prospectos, Entorno Familiar, Ecosistema de Destrezas, Inclusión, Calidad de Vida y, como apéndice, Salud.
Con escalafones tan mediocres hay quienes insisten en defender a los sistemas de seguridad social, empleabilidad, mejoramiento continuo o innovación. Sin embargo, debemos sincerar las cifras y los diagnósticos; verbigracia, tras de que la educación aquí no es gratuita, buena ni continua, para toda la vida -condición necesaria para el desarrollo sostenible-, padecemos la corrupción de los “mejores”, que es la peor.
Programas como Ser Pilo Paga, ahora denominado Generación E, son disfuncionales o afianzaron vicios estructurales, pues los beneficiarios no necesariamente son los más prometedores -simplemente obtuvieron un desempeño relativamente superior, y quizás por azar, en 1 prueba-. Además, mientras la mayoría de los jóvenes queda abandonada a su suerte, muchos de los privilegiados desertan o no retribuyen al país, pues no se vinculan a las retrógradas entidades públicas ni a las frágiles mipymes colombianas, para elevar su capacidad de gestión y apalancar su impacto.
Los criterios de las becas doctorales, como la Fullbright-MinCiencias, también son cuestionables. Como sea, la tendencia es realizar proyectos de investigación no pertinentes o intrascendentes, y la obtención del máximo grado académico sirve exclusivamente para ganar mejores salarios en el exterior: no para aportar a Colombia o la humanidad.
Los elegidos pagan una exigua penalidad por no retornar la inversión, y el costo de oportunidad es continuar acrecentando nuestras pérdidas, deudas y esperanzas. Cabeza de ratón o cola de león, demasiados PhD eligen fugarse del país para dedicarse a “lavar platos” o “limpiar baños” sofisticados, por supuesto, en cualquier multinacional o universidad extranjera, en lugar de asumir el desafío de hacer la diferencia aquí.
Las intenciones que declaran en sus solicitudes son engañosas, o sus ideales se desvirtúan durante sus estancias internacionales, donde incluso actúan como pésimos embajadores. Igual, qué les esperaría en Colombia, donde no hay recursos para realizar proyectos ambiciosos, y la iniciativa legislativa de Silvio Carrasquilla, para establecer salarios mínimos por nivel educativo, fue ignorada por Duque y Petro.
Por eso la creencia dominante es que “Ser Pillo Paga”. A propósito, @petrogustavo, @ClaudiaLopez, @Mineducacion, @Educacionbogota y @fecode deberían repasar la serie Abbott Elementary.
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