“Colomb-IA”

Preocupa la persistente debilidad de Colombia en habilidades estratégicas, que la exponen a una pérdida definitiva de gobernabilidad y “soberanÍA”.

El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) sigue reproduciendo enfoques anacrónicos, o modelos hechos a la medida de socioeconomías con las cuales no hay estructuras -restricciones- comunes. Además de ese colonialismo intelectual, ignora el Principio de Incertidumbre, humana y social: la Ley de Campbell, según la cual los indicadores terminan corrompiéndose, registrando aspectos o metas triviales, para reportar aparentes progresos, y proponiendo incentivos o acciones contraproducentes, como el Efecto Cobra.

Respecto a la Inteligencia Artificial -IA-, estamos tan rezagados como en la natural. Pocos colombianos satisfacen estándares aceptables, la calidad académica es cada vez más precaria, y las universidades siempre sacan la excusa de la plata para justificar que no proponen investigación pertinente, como si Newton hubiera descubierto la gravedad en un laboratorio sofisticado, y no al aire libre, o como si Beatrice Webb, fundadora de London School of Economics, hubiera utilizado computación cuántica para sustentar que la humanidad merecía un Estado de Bienestar.

Hoy, ChatGPT demuestra mejor capacidad de expresión y entendimiento, mediante lenguaje natural, que casi cualquier colombiano. Entretanto, en piloto automático, el discurso tecnócrata insiste en priorizar la agenda Stem -ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas-, además del inglés o mandarín, aunque ahora resulta más determinante aprender a comunicarse de manera asertiva, y a conciliar diferencias interculturales, porque para todo lo demás existirán bots.

Los riesgos que impone la inteligencia artificial son los mismos que han perpetuado los antiguos modelos estadísticos para diagnóstico y simulación, aunque entonces fueron ideologizados mediante reglas parametrizadas. En la actualidad, eso emerge del reconocimiento de patrones usando datos cuyas tendencias históricamente han estado sesgadas: así funciona la generación espontánea de recomendaciones que seguirán condicionando a los seres humanos, y sacrificándolos con la misma arbitrariedad con la que opera el disfuncional Mercado.

El aprendizaje supervisado no funcionó entre humanos, así que descarto ese control para la interfaz autómata. Ojalá eso presuponga la eliminación de altos cargos que aportan nada -o incluso restan-; también empleos de explotación, como los inútiles asesores de servicio al cliente. Esa liberación podría permitirnos hablar del salario máximo: redistribución, equidad, y humanizar la educación junto con la productividad.

Los distorsionados Nobel se derivaron de la dinamita, que es tan constructiva o destructiva como la utilicemos. Lo mismo sucederá con la IA. De momento, las Redes Sociales detonaron nuestra autodestrucción, y los haters que siguen anclados a la Seguridad Democrática necesitan reconocer que esa noción excluyó a la social, la alimentaria y la “ciberseguridad”. Pilas, en el corto plazo, la moderna toma del Palacio de Justicia será virtual.